Capítulo 42 [ Ni príncipe, ni villana ]

4.7K 364 107
                                    

Enzo

El olor a café inmunda por el lugar al que vengo todo los jueves, mi mirada pasa por el lugar hasta dar con unos ojos negros. Él me sonríe y de forma amable se la devuelvo, me acerco a la mesa que se volvió habitual entre nosotros.

— Hola, papá. —saludo al sentarme.

— Hola, hijo. Cómo estás?

— Bien, la semana de exámenes termino y entrenando para un partido importante. — comento. Él asiente.

Una mesera llega y nos deja el pedido, sonrió al ver galletas manteca, mis favoritas de niño.

— Me tome el atrevimiento de pedir por tí. Aún te sigue gustando esas galletas, no?

Asiento con la cabeza.

— Sí, serán mis favoritos por siempre, solo las dejé de comer por la dieta.

Tomo de mi café, mientras como las galletas.

— Dieta? Haces dieta por el voleybol? — pregunta confundido.

Paso con dificultad el café y hago una mueca.

— No es por eso — suspiró. —, al consumir deje de comer y al estar en rehabilitación me costaba pasar hasta el agua, así que fui a un nutricionista dónde me ayudó y me dió una dieta. — explico. Él baja un poco la mirada. — Pero bueno, solo la sigo porque mamá vive a pizza, sopa y tacos. — bromeó para aligerar el ambiente.

Ambos sonreímos.

— Sí, lo recuerdo. — él respira hondo. — Hijo, tengo que decirte algo importante.

Ay, no.

— No me digas que voy a tener un hermano, porque me atraganto con las galletas ahora mismo y si otra me hace RCP, Olivia es capaz de buscarla para atragantarla con galletas y a ti igual. — digo dramáticamente.

Él se ríe ante mi palabrería.

— No es eso, nadie atragantara a nadie y ya bastante miedo me da tu novia. — dice divertido. — Hable con mi familia, bueno digamos que puse los huevos sobre la mesa, y ellos quieren pedirte disculpas por dejarte solo y mirarte mal cuando pasabas por esa situación tan delicada. — él pasa saliva. — Sé que tú vas a tus tiempos, y perdonas a quien quieras, solo quería que lo sepas. — aclara. Respiró hondo. — La abuela, tíos y tías, te invitan a pasar un día familiar como los de antes. Tú decides y yo se los comunicó. — finaliza, mirándome esperanzado.

Me quedo en silencio, pensando, tomando lo último de mí café.

El perdón es selectivo, pero todo el mundo lo dice sin darle el valor que merece. Perdonar es dejar atrás eso que te dolió para solo recordarlo como un gusto amargo porque afectar lo hará pero no con la misma intensidad que al seguir rencoroso.

En mi caso, aplicó el; perdono pero no olvido. Perdono por mí, por no tener una espinilla que amargue mi vida.

Miro a mi padre que se mantiene expectante a mí reacción.

— No tenías porque hacer eso, pero en parte lo agradezco, con respecto a ellos, no lo sé, papá. — dudo. — Nuestro caso es distinto, tú eres mi papá y sí, quiero que estés en mi vida, nuevamente. — aclaro. Él sonríe. Suspiro. — Lo pensaré, pensaré en ir, no te prometo nada.

Él asiente complacido.

— Vale, vale, tu decides.

Luego de un rato, salimos de la cafetería y empezamos a caminar, hablando y bromeando, nuestra relación poco a poco se va fortaleciendo, si hay momentos tensos, pero ambos ponemos de nuestra parte. Al llegar a casa, tocó el timbre, ya que me olvide la llave, miro a mi papá y le sonrió.

Polos opuestos Where stories live. Discover now