Capítulo 17 [ Ducha ]

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Enzo

Intento calmar mi respiración, mientras dictó órdenes a mis jugadores y mi vista está fija en el balón.

—Ataca 5! Vamos, concentrados! — grito.

Estamos jugando contra el equipo del grupo superior, específicamente él de Leo. Admito que ambos nos dedicamos miradas furibundas y las ganas de ganarle al otro están latentes.

Me desplazo con agilidad por la cancha, golpeo con fuerza el balón cuando viene hacia mí, me agacho un poco y la saco de abajo para que el 19, Thomas, la pasé para el otro lado logrando un punto.

Festejamos ya que ese era el último punto y justo sonó el silbato avisando que ganamos. Sonrió victorioso.

— No vale! Tocó la red! — exclama Leo al árbitro-entrenador.

— No, fue un buen punto válido. — dice impasible ante la mirada de Leo.

— Acepta que ganamos, Gómez! — grita uno de los chicos.

Leo lo mira y se acerca a él, antes de que diga o haga algo me meto en medio de ellos.

— A mis jugadores no les haces nada. Acepta que ganamos y práctica para el próximo partido. — hablo tranquilo.

Sus ojos me observan furiosos.

— No te metas, imbécil. — masculla.

— Me meto porque es mi equipo. Así que vete a calmar tus nervios.

Sonríe malicioso.

— Tienes razón, haré que Olivia me calmé, siempre lo hizo de maravilla. — dice.

Paso la lengua por mis dientes y suelto una risita sin humor.

— Lo querías decir hace rato a eso, no? — niego con la cabeza. — Eres tan hueco que dudo que tengas alguna neurona. Un consejo, no seas tan poco hombre... — le doy la espalda un momento, luego me giro dándole un fría mirada. —, y no vuelvas hablar así de Olivia, la próxima te haré comer el balón. — finalizó.

Otra cosa que me pega Oliv, cerrar bocas y salir como diva.

Todos quedaron viéndonos y atentos a cualquier acción de parte de los dos. Sin mirar a nadie me voy de la cancha, salgo molesto. Me desvisto, tomo una toalla y me meto en la ducha del vestuario, cierro la cortina y dejo que el agua corra.

Me doy la vuelta apoyando mi frente en los azulejos, el agua tibia recorre mi cuerpo, cierro los ojos. Sigo así hasta que siento unas manos en mi abdomen, abro los ojos de golpe, miro las manos y frunzo levemente el entrecejo, me doy la vuelta para enfrentarla.

— Qué haces? — pregunto un poco tenso.

Está completamente desnuda, su pelo mojado pegado a su rostro y una mueca en su rostro. Sus brazos abrazan mi cadera y paso los míos por su cintura.

— Ví como enfrentaste a Leo, qué dijo? — pregunta Oliv mirando mi rostro de hito a hito.

Suspiró, con una mano peino su pelo. No le quedaron marcas de la pelea que tuvo hace unos días.

— Nada, solo el enojo de perder. — miento. Aprieto los labios, cuándo me mira fijamente.

— Dijo algo de mí, no? — deduce. No me deja responder. — Si, fue eso.

Asiento con la cabeza levemente.

— Si, habló de tí.

— Y te pusiste celoso? — alza una ceja.

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo cuando sus manos acarician mi espalda.

— No, solo no me gusto como habló de tí. Vales mucho, como para que ese imbécil te vea cómo una máquina de quita-estrés. — digo serio.

Polos opuestos Where stories live. Discover now