Epílogo

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Enzo Smith French


Los años pasaron y con eso los cambios: terminé la licenciatura de nutrición y oficialmente soy nutricionista con mi propio consultorio al principio era pequeño pero poco a poco fue creciendo. Atiendo a personas de diferentes edades pero admito que me concentro más en niños y adolescentes creo que ahí donde hay que evitar y darle más apoyo.

Me concentro en terminar de ver las estadísticas del progreso sobre un paciente, Renato Sierra, un chico de diecisiete años con Trastorno Alimentario Compulsivo. Es algo muy común desgraciadamente en la adolescencia así como otros más. Solo le doy accesoria de una saludable alimentación y que maneje una buena relación con las comida.

Aparto la vista cuando veo su mano tomar el cuadro que reposa en mi escritorio.

Polos opuestos, O y E. — leé en un murmuro. — Jamás le preste atención.

Lo miro con una sonrisa de lado.

— Te conozco hace ocho meses y nunca le prestaste atención? Vaya, si me rapo lo notaras al año. — bromeó.

Él ríe un poco.

— Es muy bonita. —dice dejando el retrato en su lugar.

— En persona lo es aún más. — aseguro.

Renato alza una ceja.

— Está enamorado, eh?

— Como nunca, es mi primer y único amor.

Arruga la nariz.

— Agh, es muy cursi y eso del amor no va conmigo.

— Ella decía lo mismo — señaló con la barbilla la foto. —, era muy anti relaciones solo era algo casual con ella y cabe recalcar que odiaba a todo el que respirara el mismo aire que ella. — me rio y suspiro. — Pero es una gran mujer que ama con intensidad.

Él suelta un bostezo exagerado.

— Lo siento, me dormí cuando abrió la boca y casi vomita arcoiris.

— Te llevarías bien con ella. — me rio.

— Abandono el barco de los Rockstar, lo dudo.

Niego con una sonrisa.

Lo peso, hablo sobre su progreso y él sobre cómo va con los medicamentos, las terapias, la dieta y sobre su relación con la comida. Es difícil vencer por lo que él pasa pero no es imposible y tengo fé en que lo logrará.

Miro de de reojo el reloj viendo que ya pasaron cinco minutos de mi almuerzo, me levanto de mi lugar y estrecho la mano con Renato justo cuando la puerta se abre y solo puedo pasar saliva con dificultad.

Su cuerpo enfundado en un top de encaje negro, su pantalón de jean del mismo color y sus botines rojos, su pelo azabache por debajo de sus hombros y una sonrisa ladina tira de sus camisuras.

— Chicos, creo que están teniendo una erección. — se burla con su voz baja, lenta y suave.

Miro al adolescente a mi lado que está con la boca entreabierta.

Polos opuestos Where stories live. Discover now