Capítulo 48 [ Sesenta y nueve ]

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Enzo

Tendría que estar en el instituto pero ni Oliv ni mi madre me dejaron, a mi madre le inventé que me quisieron robar y Olivia no le dije quien fue, tampoco pregunto algo que me extraño, pero la respuesta es obvia.

Cameron.

Él, la chica llamada Tatiana y otro chico que no sé quién es me atacaron, me defendí como pude, pero tres contra uno que solo sabe pelear por las películas de acción no sirve mucho que digamos.

Apartó los papeles y me levanto de la cama haciendo una mueca de dolor, llevo una mano a mi abdomen viendo que está de color verde casi negro y con esfuerzo me pongo de pie saliendo de la habitación. Aún seguimos en la casa de Julieta.

Bajo las escaleras con cuidado dirigiendo mis pasos a la cocina, tomo las galletas de manteca que me trajo mi madre y me siento en el amplio sofá de la sala, enciendo la televisión y pongo “Steal Your Heart de Ross Lynch” a la vez que escucho y veo como los chicos se hacen presentes en la sala.

Les sonrió de lado, y muevo la mano a modo de saludo.

— Opuesto, te deseo suerte con la ninfómana. — habla Julieta.

Ella toma la mano de Iara que me sonríe y suben escaleras a arriba, un Milo negando con la cabeza se hace presente.

— Jesús! Esa mujer me va a volver loco.

— Qué ocurre? — pregunto, poniendo las galletas en la mesa de frente.

— Tu novia, eso ocurre. —responde.

El sonido de la puerta cerrándose y la reina de Roma aparece con cara seria, mirando mal a su amigo que pega un brinco al verla.

— Ahora le daré a Mila el número del capitán de fútbol. — le espeta. Milo abre los ojos.

— Oye, no seas así. Él te lo dió a ti, no a ella. — replica. Miro a Olivia que aún no me vio, y ella rueda los ojos.

— Y? Se lo puedo dar igual o mejor aún, me la llevo de fiesta, verás como consigue a más de uno, antes de que tú le invites un jodido helado.

Él se pone rojo como un tomate.

— Y si me dice que no?

— La mandas a la mierda. — le responde simple.

— Olivia! — chilla en advertencia Milo.

Olivia mira al techo y murmura algo intendible, sus ojos van a mí y me sonríe de lado, se acerca a mí dejando un beso en mi frente para luego, mirar con poca paciencia a Milo.

— A ver, dame tu teléfono. — pide estirando su mano, él algo dudoso se lo da. — Le escribiré por tí.

— Que? No, no.

— Calla. — teclea algo en el celular. — Listo, no fue tan difícil.

— Qué le pusiste? — le pregunto un desconfiado Milo. Olivia le sonríe de lado.

— Que vas en cinco minutos a su casa y que te espere en cuatro. — le guiña un ojo.

Alzo las cejas sorprendido y Milo la mira aterrado, empezando a negar con la cabeza.

— Olivia por dios, no. Un poco de tacto. Ahora no podré verla a la cara. — él se pasa una mano por su rostro rojo de la vergüenza.

Olivia vuelvo a rodar los ojos.

— No le puse eso, cálmate. Le dije que la invitas al parque este fin de semana y dijo que... — mira el teléfono de Milo y hace una mueca. — sí. Agh, tan buena puede ser.

Polos opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora