Capítulo 8 [ Doce sobre once ]

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Olivia

Segunda vez en mi vida que me siento totalmente aturdida e ida, mis pensamientos me alejan de lo que sea que pase a mi alrededor.

Confieso que el echo de poder ser expulsada me dejó helada, en el momento reaccioné molesta, luego lo pensé y fue preocupante. No puedo hacerle esto a mi mamá, menos ahora que estoy a nada de terminar el instituto.

Paso mis manos por mi rostro frustrada, tanto pensar me da dolor de cabeza.

— Señorita, French. Le estoy hablando. — la voz de la profesora de cálculo me riñe.

La miro y siento la ira en mis venas por su culpa me siento así, pero no puedo cargarla más.

— No la escuché. Qué me decía? — pregunto intentando sonar amable.

Ella bufa y yo levanto una ceja.

— Le pregunte cuál es el resultado del ejercicio F. — aclara señalando el pizarrón.

Centro mi vista al frente, hago los cálculos en mi mente y eso solo me hace sentir una punzada. Suspiro.

— Doce sobre once. — respondo cansada.

Niega con una sonrisa. — Incorrecto, es once sobre doce.

Sonrió con suficiencia. — Cuando haga el pasaje vera que tengo razón, profesora.

Ella mira al pizarrón haciendo la cuenta, veo el momento en que se da cuenta que tengo razón y a pesar de mi dolor de cabeza, la satisfacción de saber que tengo la razón me distrae.

— Que poca humildad, señorita French. — dice mirándome.

— Nunca dije que la tuviera, profesora. — respondo tranquila.

Ambos nos miramos mal, pero para irritarla más le sonrió, ella suspira y dejamos de mirarnos para que pueda continuar la clase. Apoyo los codos en la mesa, me sostengo la cabeza con las manos y miro fijamente a la mesa sin darle importancia a la clase.

Siento una leve brisa en mi rostro, arrugó la nariz y abro lentamente mis ojos, no se en que momento me quedé dormida pero no me extraña, estoy durmiendo fatal. Enfoco mi vista en unos ojos negros, sonríe nervioso, y frunzo levemente el ceño.

— Qué haces aquí? Y por qué me soplabas la cara, bobo?  — pregunto burlona.

— Te dormiste a la mitad de clase, te estabas por caer, así que vine y me senté contigo. Te sople porque tenías una pelusita en tu nariz. — responde.

Rio levemente, al estar más despierta me doy cuenta en la posición que estamos, él me rodea con sus brazos y mi cabeza estaba en su hombro.

— Me puedo quedar así? Eres cómo una almohada. — digo. Tengo mucho sueño.

— No arruinaras tu reputación de chica mala? — cuestiona alzando una ceja.

— Si quieres te hago una paja para no perder mi toque. — sugiero. Sonrió cuando empieza a toser.

— Mente y boca sucia. — gruñe.

— Me quieres educar? — pregunto inocente.

Aprieta la mandíbula. — Deja de decirme esas cosas.

— Bebé, cuando te pruebe, tu solito querrás hacer todo lo que te insinuo. — murmuro poniendo mi cabeza en su hombro.

Él respira hondo y no dice nada más, nos quedamos así en silencio y cuándo cierro los ojos, él habla:

— Te invitó Camila a su fiesta? — pregunta.

Asiento levemente. — Si, me dijo ayer por mensaje.

Polos opuestos Where stories live. Discover now