Capítulo XI. Lost in sentiment.

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  • Dedicat lui Vanesa Torres.
                                    

El que Sehun llegue a casa y azote la puerta al entrar, que después suba las escaleras a prisa y se encierre en su habitación es algo que sin duda le trae recuerdos a la señora Oh.

—Ve tú querida —el señor Oh murmura, ojos clavados en la pantalla de televisión, brazos dejando ir la cintura de su esposa.

La señora Oh se levanta, coloca el tazón de palomitas en el sofá y camina hasta las escaleras. Tratando de no pensar en las mil posibilidades del evidente “por qué”. De pie frente a la puerta llama una vez y no necesita más porque la puerta se abre y Sehun aparece frente a ella, aspecto triste y ojos acuosos es lo que ella detecta en el rostro de su hijo. Sehun recarga la frente en su hombro derecho y ella suspira dulcemente mientras pasa una mano por la espalda del joven. Entonces Sehun se desploma y como algunas veces en el tiempo atrás; llora, deja que sus lágrimas caigan, es un adolescente, sin embargo es consiente del aspecto que tiene. Pasa sus ahora largos brazos por la cintura de su madre y la abraza fuerte.

La señora Oh se mantiene al margen, guarda silencio y acaricia a Sehun.

Deja Vú.

Sehun se aleja al cabo de un momento, ojos rojos y mejillas húmedas, brazos han ido a parar a sus costados y desvía la mirada cuando su madre lo observa por más tiempo del necesario. Probablemente lo que Sehun espera en esos momentos son las preguntas de su madre en cambio obtiene una sonrisa y una leve sacudida de cabellos.

—Hay carne agridulce y fideos fritos de cenar.

Sehun asiente agachando la cabeza, el bochorno de haber llorado instalado en su mente y las muchas palabras que quiere decir pero no puede, no ahora.

—Cenarás solo hijo, yo y tu padre ya hemos cenado pero si gustas puedes acompañarnos en la sala. Tu padre alquiló la nueva película de Bob Esponja.

— ¿Fuera  del mar?

—Obvio. Si la viéramos dentro del mar habría un corto circuito en la pantalla y el teatro.

La señora Oh deja escapar una leve carcajada, Sehun sonríe, olvidando por unos leves momentos el dolor en su pecho. La señora Oh murmura algunas cuantas bromas más mientras bajan las escaleras y Sehun es contagiado a tal extremo que al llegar a la cocina en vez de lágrimas mojadas hay risas suaves en el ambiente.

Son alrededor de las ocho de la noche, Sehun ya ha comido y está sentado justo a los pies de sus padres en la sala, la televisión pasa algunas figuras animadas de la película Hotel Transilvania, la familia no deja de reír a carcajadas, Sehun tiene que golpear sus muslos cada vez que ríe y limpiar las lágrimas casi imaginarias que brotan en las esquinas de sus ojos. El helado de chocolate y algunos envoltorios de golosinas están esparcidos por el suelo en la sala y tal parece que la última ración de palomitas acarameladas se ha ido en el puño del señor Oh. La señora Oh le recrimina por no haberle dejado nada y el hombre en respuesta planta un beso en los labios de ella.

—Eso no bastará —ella tiene el ceño ligeramente fruncido—. Ya no hay palomitas ni más golosinas. Tendrás que ir a la tienda.

Beautiful Promise. 'HunHan'Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum