Capítulo 03: Pruebas de admisión

Start from the beginning
                                    

—Ahora que todos tienen su grupo asignado —habló por primera vez el hombre de pelo negro—, sígannos.

El trayecto estuvo lleno del canto de Present-Mic. Cantaba una canción que me parecía haber escuchado a papá cantándola mientras cocinaba. Canciones de señor; nadie más siguió a Present-Mic en el canto.

—¡Primerooo! Los que sean del grupo A, un paso adelante por favor —anunció en cuanto llegamos al lugar de la prueba. Obedecimos. —Ustedes harán la carrera primero.

Parecía que habíamos salido de UA, aunque no fuese así. Era un terreno enorme que parecía estar separado por secciones: una de edificios en ruina al borde de caerse, otra de trozos gigantescos de tierra que simulaban montañas, y otro que parecía ser un volcán a punto de despertar.

—¿Carrera...? —me animé a preguntar.

—¡Exacto, chiquilla!

En cuanto pude quitar la vista de lo que sería la pista de carrera, miré a las personas con las que me había tocado.

Oh no.

Hogoko me devolvía la mirada con una seriedad terrorífica.

El estómago se me revolvió con un nerviosismo violento. Incluso mis tripas parecieron desacomodarse dentro de mí con ese retorcijón de nervios. Me llevé las manos a la panza casi con ganas de llorar.

Bueno, ya estás aquí. Tienes que hacerlo.

—¿Es solamente una carrera? —preguntó Hogoko, subiendo una de sus cejas con gesto de desconfianza.

—Solo una carrera —asintió el hombre pelinegro—. La única instrucción que les daremos es que lleguen a la meta.

¿Esto no suena un poco sospechoso? Miré a mis compañeros en busca de que alguien también pareciera confundido. Pero no, todos ellos asintieron. Incluso Hogoko pareció satisfecho con la respuesta dada. O quizás soy la única que es evidente con sus sentimientos... ¿me veré más débil si muestro que estoy confundida?

Éramos seis participantes en el grupo, yo era la única chica y la más bajita. Todos ellos estaban firmemente parados en su lugar y no mostraban dudas ni vacilación.

Me di varias cachetadas mentales para poner mis pensamientos en orden y dejar de mirarme hacia abajo a mí misma.

Ni siquiera soy pequeña, soy estatura promedio para la mujer japonesa. Pensé, parándome bien derecha en mi lugar para verme tan alta como pudiera. Tengo un cuerpo atlético, ¡soy titular en el equipo de voley de mi secundaria! Debería irme bien, ¿no?

Miré al chico alto y de pelo corto que había usado como escondite hace unos minutos atrás. Sus hombros eran anchos, se notaban sus músculos incluso por debajo de su ropa.

No hay manera de que pueda competir contra eso...

Todos los demás chicos eran de contextura de delgada, menos Hogoko, él también era tan musculoso como el chico que estaba a mi lado.

—¡Buena suerte!

—¿Uh...?

El chico alto, musculoso y de cabello corto me había gritado eso bastante cerca de la cara. Me eché un poco hacia atrás.

—¡Si te recomendaron para la U.A. debe ser por una buena razón! —dijo, reincorporándose en toda su altura y dejando de estar tan cerca de mi rostro. —¡Yoarashi Inasa! —se presentó haciendo una reverencia— ¡Espero que tengamos una buena carrera!

—Ah... Kuroka Hanako... Gracias, suerte a ti también... —murmuré, deseando acabar con esa incómoda interacción.

Incluso si hubiese querido seguir hablando con él, no hubiese sido posible porque anunciaron el inicio de la carrera.

Nuestro caminoWhere stories live. Discover now