(40) Fantasmas del pasado

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Capítulo XL: Fantasmas del pasado.

Nathan.













Chloe desaparece entre la multitud que empieza a hacerse espesa a medida que pasan los minutos. No dejan de llegar personas con distintas variedades de ropas. Algunas elegantes, otras casuales y otros que optaron por venir a hacer el ridículo.

Busco a Chloe entre el monton de personas y la localizo con facilidad, alguien como ella no pasaría desapercibida en ningún lado, mucho menos con la ropa que le obsequié y anhelo arrancarle después de que todo esto termine.

Después de tanto tiempo las cosas entre ella y yo han ido marchando bien, a diferencia de lo que hacíamos antes, mejor dicho, lo que yo hacía antes. Porque todos los daños fueron mi culpa.

Nathaly me abrió los ojos aquel día y se lo agradeceré el resto de mi vida, por sus consejos estoy donde estoy, sin ella hubiera cometido errores de los cuales jamás me perdonaría.

Dejé el ego a un lado y volví por Chloe porque era lo que quería, a pesar de que debía distanciarme para no herirla. Porque yo sé que no soy una buena persona, pero tampoco soy una mala.

Soy el tipo de hombre que tiene que hacer lo que se debe, sin importar nada. Sin embargo, con todos los demonios que me persiguen, Chloe me está dando otra oportunidad y le estoy demostrando todo lo que no pude hacer desde un principio.

Pierdo de vista a Chloe tras hundirme en mis pensamientos y la dejo que vaya a su rollo, que se las aprenda a arreglar sola porque yo no estaré siempre para salvarla. Porque siendo franco, habrá gente queriendo dañarme y ella será un blanco fácil si no aprende a defenderse.

Por eso le estoy enseñando distintas cosas, como artes marciales, uso de armas y posiciones nuevas del kamasutra.

El olor de las artes culinarias empiezan a pasear por el ambiente, siendo estás inhaladas por mis fosas nasales, causando que mi estómago ruja de hambre y me haga reaccionar.

He estado parado en el mismo lugar por un buen rato, así que camino con la mirada en alto sin preocuparme por chocar con la gente, ya que esta se aparta con tan solo ver mi imponencia.

Buscaré algo de comer mientras Chloe intenta robarse el peluche de Hitler que, siendo objetivo, yo mismo le pagué a la chica de la exposición y le dí el peluche porque sabía que llamaría la atención y se iba a antojar de comprarmelo.

Del resto me encargué yo, la familia que se acaba de llevar el peluche no tiene ni idea de lo que está sucediendo.

No es por maldad, ni por diversión, es que me gusta ponerla a prueba. Me gustan las chicas inteligentes y Chloe lo es, solamente estoy explotando su potencial y como dije, enseñándole a defenderse sola.

Espero que lo haga bien, confío en ella, si fracasa no me decepcionaré, pero tendrá que enfrentar cargos por robo y ahí si tendré que entrar yo.

Cuando se entere de lo que hice me va a patear el culo y querrá algo a cambio, la conozco y me encanta, la quiero y una parte de mí la anhela.

Una parte de mí aún mataría por ella, por más que me pida que cambie, eso es imposible. Las personas nunca cambian, solo muestran una faceta distinta para encajar en el rompecabezas incompleto del otro individuo.

Llego a un puesto de tacos, extraño la comida mexicana y sus gustos por la sazón picante. Pido un par de tacos y una bebida suave, me siento a devorarlo en silencio, viendo la nada y pensando en como Chloe se las estará arreglando.

Veo por el reloj como la hora pasa volando y me empiezo a impacientar, no puedo estar sin hacer nada ni un segundo, soy inquieto desde niño.

Pero no tanto con mi hermana menor, ella es insoportablemente incansable.

LimerenciaWhere stories live. Discover now