(10) En la casa del frente

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Capítulo X: En la casa del frente.

Jake.













Me hundo en la almohada con los audífonos puestos a todo volumen, coloco cualquier música de despecho para aliviar la presión que cargo encima, presión que se hace presente cada vez que la veo y no puedo decirle lo que siento por miedo al rechazo.

Los párpados me pesan mucho por los días que paso sin dormir, sufro de insomnio desde que mi padre tiene una amante y lo peor es que mi madre lo sabe, dicen ellos que es una relación poligámica de la que nadie debe de enterarse por el simple hecho de que la amante es la gobernadora de Toronto. La señora Keneth, madre viuda de Kendra y Alondra.

Mi familia vida pinta ser la más tranquila, relajante y normal, pero en realidad no es así. La gente piensa que heredar un taller famoso que da dinero lo es todo, piensan que estudiar en una universidad privada te hace superior y que tener padres “unidos” es un dolor de cabeza menos.

Cuando en realidad nada de lo que pintamos es pintura, sino solo espacios vacíos que intentamos llenar de colores. Somos la fachada de familia perfecta cuando en realidad todo en esta casa es un desastre.

Me transfirieron a la universidad de Toronto y no tuve elección, lo decidió mi padre junto a “mi otra madre” (la gobernadora). Así mantendría a las gemelas Keneth vigiladas, como un maldito niñero. Teóricamente son mis hermanastras, pero no lo considero así ya que van varias veces que... bueno.

Es aburrido y estresante vivir en la soledad, por eso paso la mayor parte de mí tiempo con mi mejor amigo Ben, es pequeño pero me escucha cuando lo necesito y eso es lo único que me importa. Lo haría con Chloe, pero ella ya tiene suficientes problemas ahora y no quiero estorbarle.

Ahora mismo, mi padre está discutiendo con sus dos mujeres porque quiere hacer la relación pública, y dice que quiere hacerlo a lo grande, «lo que hace los efectos del alcohol». Mis madres, por así decirlo, se niegan ya que sería una burla a ambos apellidos y un golpe económico a todos nuestros negocios.

Las gemelas están en el cuarto de al lado con la música a todo volumen retumbando en toda la casa y bebiendo como desquiciadas. No tardan en venir a mi habitación para... bueno, hacer de las suyas. Por alguna razón la música se detuvo y ahora comienzo a escuchar como las pelirrojas pelean, no les presto atención y sigo enterrándome en mi miseria.

Pasan las horas en las que me paseo por la cocina para comer algo, ya mis padres se fueron a dormir así que ando deambulando como un zombie por toda la casa. Las gemelas Keneth apagaron la horrible música que tenían a todo volumen, pero aún están despiertas haciendo quien sabe qué.

Lo de Lisa me preocupa, aunque no me importa mucho, realmente. La chica que deseo y con la que llevo obsesionado a escondidas está detrás de un alemán, así que prefiero distanciarme lo más que pueda porque no quiero que mi compulsión aumente.

Prefiero mantener a la bestia escondida, mientras pueda la contendré, porque una vez que sea libre no le volveré a encadenar. Arrasará con todo a su paso, sin importar los daños colaterales.

Me devuelvo a mi habitación y me lanzo a la cama para revisar el móvil, me meto en su perfil y comienzo a babear, mis dedos desean traspasar la pantalla para poder tocarla. Una dura erección se forma en mi miembro reclamando sentir su belleza natural y metérsela hasta que me pida que pare.

No soporto la sensación y termino sacándome el falo duro con las venas marcadas y rojo por la sangre acumulada. Saco de mi armario una braga de encaje negra que le robé hace mucho tiempo y comienzo a imaginar como se la meto con eso puesto, pienso en como sería su empapado coño envolviéndome con su estrechura mientras se muerde los labios y se sujeta de mis hombros pidiendo más.

LimerenciaWhere stories live. Discover now