(37) Infames

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Capítulo XXXVII: Infames.

Chloe.










—Esa hija de... —tira la carta a la cama—. ¡No duermo pensando que podría estar muerta!

Minutos después de leer la carta, vine corriendo a casa de Jade para mostrársela.

—¿Crees que la haya escrito ella? —pido su opinión, preguntándome si pudo haber sido Alvaro el que la escribió haciéndose pasar por Lisa.

—Si, no lo dudo. Son cosas que diría ella.

Tiene razón.

—¿Sus padres no han llamado? —pregunta la gótica.

—No, dudo que lo hagan, no creo que sepan que Lisa nos contactó —contesto—. En todo caso, debemos negar cualquier contacto con ella como dice la carta.

—¿Me estás diciendo que no harás nada?

Lo vuelvo a pensar durante unos segundos, pero mi respuesta no va a cambiar.

—No —niego— ahí dice claramente que no la busquemos, así que no me meteré.

—Si no la ayudamos, ¿que clases de amigas somos?

Quito la mirada de la ventana y dirijo la vista a Jade.

—Si no nos dijo que tenía un plan de fuga, ¿que clase de amiga es?

Le cierro la boca y nos quedamos en silencio, ella se pone a trabajar en cosas de su trabajo y yo observo por la ventana como el cielo se oscurece con oscuras nubes que atenúan la luz en toda la ciudad.

En el pronóstico avisan que caerá una tormenta eléctrica, piden que nadie salga de sus casas para evitar accidentes automovilísticos por el asfalto resbaloso. Le pregunto a la pelinegra si puedo pasar la noche en su casa y acepta, inmediatamente llamo a mis padres para avisarles que pasaré la noche en casa de Jade y agradezco que siempre hayan confiado en mí como para salir adónde yo quiera.

—¿En dónde voy a dormir?

—A mí lado —me guiña un ojo, pícara.

—¿Para que me chupes los senos mientras duermo?

—Nunca he hecho eso.

—Pero una vez lo mencionaste y tuve pesadillas.

—Tú siempre tienes pesadillas, ¿que te ha dicho Erick con respecto a eso?

—Bueno, que son producto de mi amnesia, cosas que pasaron y que mi mente distorsiona de esa manera. Así que lo que sueño, nunca me pasó realmente. ¿Me explico?

—No soy bruta.

Las gotas de lluvia empiezan a golpear la ventana con fuerza, los truenos retumban en todo Toronto dejando la ciudad en una lúgubre soledad. «perfecta para asesinar»

—Y... ¿nos has visto a Jake?

—Todos los días, ¿por qué? —me extraña la pregunta—. ¿Te hizo algo?

Desvía la mirada.

—No, nada —se encoge de hombros.

—Solo debes disculparlo por todo lo que ha pasado entre ustedes.

—Disculpas... —susurra para si misma.

—Si, eso.

—¡No, no me entiendes! —exclama, algo emocionada—. Si lo de Lisa fue todo planeado, entonces Nathan no tiene la culpa de lo que sucedió. Pueden arreglarlo como dos civilizados...

LimerenciaWhere stories live. Discover now