(21) Situaciones inesperadas

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Capítulo XXI: Situaciones inesperadas.

Chloe.














El aire frío quema mis pulmones y provoca calambres en mis piernas, corro detrás de Jenell a todo lo que da mi horrible condición física. Entramos en un bosque con altos pinos que se repiten por todos lados causándome mareos y dolores de cabeza.

—No te detengas —me grita Jenell unos metros delante de mí con una pistola en la mano—, ya casi llegamos.

—Deberíamos volver por Nathan —sugiero con la voz agitada por estar corriendo— y, ¿si le pasó algo malo?

Pasan unos segundos hasta que contesta.

—Vivirá.

Mis piernas comienzan a fallar y tropiezo cayendo al suelo, Jenell vuelve para ayudarme pero el sonido de un disparo nos alerta. Me levanto con su ayuda y seguimos corriendo mientras hombres disparan a nuestras espaldas, pero las balas no llegan a tocarnos porque los troncos de los pinos las detienen.

—¡No pares, falta poco!

Una bala roza mi oreja y suelto un quejido por el dolor, Jenell se da la vuelta y empieza a disparar llevándose a varios de por medio con una cara de satisfacción.

—¡Corre! —me ordena sin dejar de disparar.

—¡¿Te vas a quedar ahí?!

—¡Vete, luego te alcanzo!

Le doy una última mirada, me doy la vuelta y sigo corriendo para salvar mi vida, continuo en línea recta escuchando los disparos que cada vez se hacen más lejanos. Me detengo a recuperar el aliento, ya pasaron unos diez minutos desde que las balas se detuvieron y Jenell no aparece.

¿La mataron por mi culpa? ¿Nathan estará bien? Tantas preguntas me nublan la mente y el punzante dolor de cabeza vuelve con más fuerzas, el frío me envuelve y mi temperatura corporal comienza a bajar rápidamente, si no me muevo para entrar en calor moriré de hipotermia.

Maldigo a Nathan por traerme a Rusia y darme esta jodida ropa, yo me imaginaba un viaje más tranquilo y cálido.

Pуки вверх —«manos arriba».

Escucho una voz desconocida detrás de mí, me giro y detallo la vestimenta parecida a la de los mismos rusos que estaban en el jet. Su arma me apunta a la cabeza haciendo señas con esta para que me levante, con lágrimas acumuladas en los ojos hago lo que dice, pero me arrepiento de inmediato cuando me empuja contra con árbol y comienza a manosear mi trasero por encima de la falda.

Мы возьмем тебя из десяти, сука —«te cogeremos entre diez, zorra».

Intento forcejear pero siento el arma en mi nuca y en contra de mi voluntad me dejo tocar, lleva sus manos debajo de mi falda y sin pensarlo me volteo apartando el arma de mi nuca e intento patearlo en los testículos, pero reacciona rápido y bloquea mi ataque.

Sin más que hacer decido correr por donde iba pero en cuestión de segundos me alcanza y se lanza contra mí, coloca sus manos en mi cuello y me empieza a ahorcar, por instinto llevo mis dedos a sus ojos y se los estrujo sin remordimiento.

El ruso grita de dolor aflojando el agarre, mientras hago sufrir al bastardo busco una forma de huir pero mis ojos captan primero un cuchillo en su bota. Cojo el cuchillo sin pensarlo tanto y ágilmente se lo entierro en el cuello varias veces seguidas.

La sangre tinta la nieve de rojo al igual que mi rostro, la adrenalina me motiva a seguir por el camino pero sufro tropiezos por el dolor que no deja de martillarme la cabeza. Veo luz al final del bosque y corro con más ilusión, solo debo hablar con alguien que sepa mi idioma y que me guíe a una estación de policía.

LimerenciaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora