(6) Una falsa alarma y otra verdadera

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Capítulo VI: Una falsa alarma y otra verdadera.

Chloe.















"Un martes más escribiendo la historia de mi vida, un martes más ahogando mis demonios. De día reflexiva, por las noches depresiva.

En momentos, fuerte y brillante como el diamante; en otros, débil y frágil como una hoja. Autoestima hipócrita, le llamo.

Mi diario es una montaña rusa llena de diferentes emociones, un martes puedo escribir de lo desastrosa que es mi vida y hacer chistes sobre ello; otro martes puedo estar cansada, fastidiada... vacía diría yo.

¿Cómo desperté hoy? Con los ojos abiertos... Es broma, desperté... neutral. Con ganas de que me atropelle un carro, pero que al menos el carro sea un Ferrari. ¿Entendieron? ¿No? Bueno, yo me entiendo.

Esta vez no escribo desde mi habitación, estoy sentada en el inodoro de mi baño depositando mis materias fecales. Creo que escribiré aquí más seguido, me vuelvo más sensata, audaz y reflexiva... Como si cagar te abriera la mente.

Este baño es mágico...

Me levanté... (Del inodoro) decidida, entusiasmada, con un conjunto de emociones que me mantienen en raya. Estoy dispuesta nuevamente a hacer terapias, a tomar medicamentos y a volver a sufrir los efectos secundarios.

Estoy dispuesta a crear una nueva yo.

Entonces me paré, me miré al espejo y me dije, que quería que me recordaran por ser fuerte, valiente y constante. Que eso de estar loca, ser aburrida y sumisa; ya no me iba.

Así que hoy, después de darle tantas vueltas, después de desvelarme pensado en ese tema, después de múltiples contradicciones, finalmente, iré al psicólogo.

Por un nuevo comienzo.

Por una nueva vida.

Por mi familia.

Y, sobre todo, por mí."

Resoplo y me guardo el lápiz en el bolsillo de mi short azul, me lavo la cara con agua en el lavamanos y me cepillo los dientes tres veces, porque el '3' para mí es el número de la suerte.

Así como el '4' es el de la mala suerte, por eso suelo hacer algunas cosas tres veces. Como revisar mi mochila antes de irme a la universidad, como los lápices que uso a la hora de dibujar y otras pocas cosas más.

Salgo de el baño y camino hasta los muebles de la sala para sentarme a ver televisión, ya arreglé mi cuarto... aunque no estoy completamente segura de que lo haya dejado perfectamente acomodado.

Así que voy a mi cuarto a verificar y, efectivamente, he dejado la alfombra puesta... y es de día, cuando yo solo la pongo de noche. Así que la doblo y la guardo en una gaveta de mi clóset.

Me devuelvo a la sala y pongo un canal de arte, sale una señora que debe tener como mínimo cincuenta años. Está dibujando una pintura con sus dedos, yo no puedo hacer eso... es decir, si puedo pero odio ensuciarme las manos cuando dibujo.

Amo dibujar, me lleva a un mundo perfecto que solo yo puedo crear. Me relaja, hace olvidarme completamente de mis problemas y me lanza a un espacio infinito de posibilidades.

En cada línea hay una palabra oculta que descubrir, en cada color un sentimiento no demostrado y en cada dibujo una historia jamás contada.

He hecho muchos dibujos a lo largo de mi vida, encontré esa afición a los ocho años. Mientras unos niños pedían juguetes y consolas de videojuegos, yo pedía colores y marcadores de todo tipo.

LimerenciaWhere stories live. Discover now