~capítulo 2~

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—Vamos, t/n. Despertate, llegamos a casa. — dice Miguel mientras me mueve los hombres para levantarme.

—¿Ya estamos en Atlanta? — pregunto frotándome los ojos.

—Sí. Vamos que tenemos que bajar las cosas.

Nos paramos de los asientos y agarramos nuestros bolsos.

—¿Hay mucho trayecto hasta tu casa?

—Solo tres cuadras. A mi mamá le va a encantar.

—Esperemos.

Mientras caminábamos esas cuadras yo pensaba en que pasaba si la mamá de Miguel no me aceptaba, o si no me podía tener. ¿A dónde iba a ir? ¿iba a tener que volver?

—Em, Miguel. —me paro en seco y dejo de caminar— Tengo miedo.

—Va a estar todo bien.

—¿Qué pasa si tu mamá no me puede ayudar? ¿voy a tener que volver? —empiezo a respirar rápido— ¿tengo que volver con él?

—Ey, tranquila. —me abraza— Te vas a quedar conmigo, pase lo que pase. Ya no nos van a separar. Lo prometo.

Me tranquilizo y vuelvo a respirar bien, trato saliva y volvemos a caminar la cuadra que nos queda.

Nos paramos en frente de un lugar con dos casas enfrentadas.

—Llegamos. Al fin en casa.

—¿Seguro que estarán acá? Mira si se fueron o...

—O nada. —me aprieta el hombro— están acá.

Abre la puerta de su casa y una mujer de rulos corre a abrazarlo y se larga a llorar. Imagino que será la mamá. Es muy parecida a él y libera esa energía linda como Miguel.

Yo estaba a un costado, no me asome a la puerta ni mucho menos. Pero si giraban la cabeza me veían.

Atrás veo a un hombre rubio, alto. Puede ser el sensei del que me había hablado. Él estaba con los ojos llorosos mientras se acercaba para abrazarlo como si hubiera revivido de la muerte.

A mi se me escapa una lágrima. Ver esta escena, de una familia, de una madre que daria todo por el hijo, de un chico que dio todo por saber su verdad y ahora se está reencontrando con lo que verdaderamente ama. Su familia.

—Mamá, te tengo que decir algo...— habla Miguel después de terminar el abrazo.

—¿Qué pasó Migue? — lo agarra de los hombros.

—Ella. —me señala.

—¿Quién es? — pregunta el hombre.

—Mi hermana.

Los dos más grandes me miran, la mujer me veía con cierta duda, es la ex de mi padre así que será demasiado raro ver a su hija.

—Hola, corazón. — Saluda ella amablemente mientras se acerca a mí.

—Hola. — hablo tímida.

—¿Qué pasó que estás acá?

Miro para abajo y ella me abraza. Un abrazo cálido, familiar, reconfortante.

Yo empiezo a llorar en su hombro. Y ella me abraza más fuerte.

—Sh, cielo. Tranquila. Sé que clase de hombre es él.

—Mamá, ¿ella se puede quedar acá en casa?

—¿No tenés dónde ir? — me pregunta.

—No.

Cuidado Conmigo, LaRusso- Anthony LaRusso y Tú.Where stories live. Discover now