Capítulo 2.

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- ¡Eres tú, el príncipe azul que yo soñé! ¡Eres tú, tus ojos me vieron con ternuras de amor!

¿Pero qué? ¿Quién coño está cantando la canción de la Bella Durmiente? Abro los ojos lentamente, pensando que tal vez es un sueño raro del que acabo de despertar. Pero no.

Ahí están Daniela y Zayn cantando y bailando para mí.

- ¿Podéis explicármelo?

- No tiene explicación.

- Claro que la tiene, Zayn -dice Daniela mientras una risa escapa de mis labios-. Son las dos de la tarde y aún estás durmiendo. Si estuvieras en tu cuarto me da igual, pero quiero ver la tele, ¿sabes?

- ¿Qué hago en el sofá?

- Pues si no lo sabes tú...

- Cuando hemos llegado tenías la tele encendida, seguramente te quedaste durmiendo.

- ¡Auch! -grito cuando Zayn me golpea la cabeza- ¿por qué me pegas?

- ¡Has estado gastando energía mientras dormías!

- ¡¿Y qué culpa tengo yo de quedarme dormida?!

- ¡Si tenías sueño, apaga la tele y te vas a tu maldita habitación!

- ¿Pero tú qué quieres, pelea?

- Venga, valiente. ¡Pégame!

Me levanto "enfadada" y, con ayuda de un cojín, comienzo a golpearle la cara con toda la fuerza que mis brazos me permiten. Pero consigue quitármelo y ahora soy yo la que recibe los golpes.

Daniela se ríe de mí, y Zayn la golpea también. Cojo otro cojín y también la golpeo. Sin darnos cuenta, comenzamos a correr por toda la casa provocando una Tercera Guerra Mundial con cojines entre los tres.

Y por fin, tras haber dado trescientas vueltas al apartamento -incluyendo caídas, ataques al corazón, risas sin parar, y que me he comido una puerta-, nos hallamos tirados sobre la alfombra del salón.

- No puedo más, lo juro.

- Te entiendo, Zayn. Me habéis hecho hacer más ejercicio que en toda mi vida.

- Creo que me he roto la nariz con la maldita puerta.

En ese momento, tras unos segundos de silencio sepulcral, explotamos en carcajadas. No sé ya si me duele más la nariz o la barriga de tanto reír.

Entonces se nos ocurre pedir unas pizzas, ya que es casi la hora de comer. No he desayunado, es sábado, y tenemos el tiempo justo para prepararlo todo.

Hoy veré a Niall. No sé si me apetece o tengo miedo. Es una sensación difícil de explicar. En 4 años tan solo lo he visto 2 o 3 veces. Y de lejos. Es triste como acabó todo por un capricho de niña pequeña. Pensándolo bien, no tendría por qué haberlo dejado, él no tuvo la culpa.

En fin, cambiemos de tema.

- ¿De qué queréis la pizza?

- ¡¡Pepperoni!!

- Esa pizza es un asco, ¡mejor barbacoa!

- Pues no, yo quiero la "hawaiana".

- ¿En serio vamos a tener problemas hasta para escoger una maldita pizza?

- ¿Os gusta la carbonara?

- Hombre Zayn, por fin algo coherente.

- Oye, que la hawaiana está muy buena.

- Eso se lo comen los cerdos cuando los van a matar.

- A ti sí que te van a comer los cerdos.

- Eh, parejita, que hay que pedir las pizzas. ¿Carbonara entonces?

- ¡Sí!

- Ya que son dos, ¿mejor una carbonara y otra 4 quesos? Por variar.

- Okey.

Como veo que estos no tienen ni idea de cómo pedir unas pizzas, llamaré yo. Una voz masculina descuelga el teléfono. Masculina tenía que ser.

- Telepizza, ¿qué desea?

- Dos pizzas familiares de carbonara y 4 quesos.

- ¿Una de cada?

- Exacto -somos unos gordos, pero el hambre hay que saciarla de alguna manera.

- ¿Para recoger en el local o a domicilio?

Miro atenta a Zayn y Dani. Se han adelantado ellos solos y se están comiendo la boca mutuamente. No se moverán, y mi flojera me prohíbe salir.

- A domicilio. Calle _______________.

- Perfecto, tardará unos quince minutos.

- Aquí las espero, ¡adiós!

Después de colgar voy a sentarme al lado de la pareja y enciendo la tele. Mala idea. Una mano me acaricia sensualmente la pierna, acercándose lentamente a mi zona íntima. Aguantando la risa, le doy un manotazo.

- A ver si calculamos mejor las distancias, Zayn.

- Lo siento, la emoción del momento -dice riendo.

- ¿Le acabas de meter mano a mi mejor amiga?

- Eh, eh, que también es mi mejor amiga. Hay confianza suficiente como para que ocurran estos despistes.

Las carcajadas no tardan en volver a nuestras bocas. Estos chicos realmente consiguen hacerme reír incluso cuando estoy en modo depresiva. Son geniales, no se puede pedir más.

Siguen dándose el lote mientras mi atención se centra en la televisión. ¿Los sábados no hay nada en la tele o qué? La hora de las películas aún no ha empezado, habrá que esperar.

Sigo haciendo zapping hasta que el timbre suena. Las 15:30, y las pedí a y cuarto. ¡Menuda puntualidad!

Me levanto de un salto y corro hacia la puerta al grito de: "¡¡Ya va!!". Pero mi felicidad da un giro de 180º cuando, al mirar a través de la mirilla, descubro lo que nunca imaginé.

Una sonrisa -ya sin brackets-, una piel blanca como la nieve, una cabellera rubia y unos ojos azules, los cuales reconocería en cualquier parte del mundo, esperan pacientes que abra la puerta.

¿Desde cuándo es repartidor de pizzas?, ¿y desde cuando los repartidores de pizzas, no llevan pizzas?

Algo me dice que viene a por algo que no está relacionado con las pizzas.

Al parecer, mi cara en este momento es un cuadro de Picasso, porque los chicos se han levantado de golpe y corren hacia mí. Cuando Dani mira por la mirilla lo entiende, y sin más corro hasta mi cuarto. Antes de cerrar, oigo la puerta.

Oigo su voz, después de 4 malditos años.

Dios, ¿estaré guapa?

Maldito Niall.

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¡Segundo capítulo! Ya queda poquito para el encuentro entre los dos chicos, ¿cómo pensáis que reaccionarán? ¿Pasará algo en la fiesta?

Gracias por leer:)

M.xx

Remember my loveWhere stories live. Discover now