Capítulo 21.

81 6 2
                                    

Me reincorporo de golpe intentando aclarar el colapso de ideas que cruzan fugazmente por mi cabeza. En veinte minutos el timbre de mi puerta sonará, declarando en ese momento una guerra entre mi yo pacífico y mi yo celoso. ¿Qué debo decirle? ¿Debo confesar que siento celos de esa chica? A lo mejor ni siquiera es cierto el rumor. Y aunque así lo fuese, Niall y yo realmente no somos nada.

No somos nada. No somos nada. No somos nada.

Esa estúpida cantinela se repite una y otra vez en mi interior, haciendo que consiga ponerme realmente nerviosa. El sentimiento de culpabilidad regresa de nuevo a mí, insistiendo en la mala decisión que tomé aquel día. Esto no puede seguir así.

Por otro lado, pienso: ¿qué debo ponerme? Estoy en pijama. No me voy a vestir como si fuera a la calle porque vamos a comer en casa. Pero tampoco voy a estar hecha un desastre. Voy a mi habitación y abro el armario en busca de algo decente. Finalmente, escojo una sudadera oversize, unas mallas de ciclista y unas deportivas. Me miro en el espejo y decido colocarme un poco de maquillaje. Nada cargado: un poco de eyeliner, rímel y colorete. Al final del estuche de maquillaje veo mi pintalabios favorito y lo incluyo en mi make up.

 Al final del estuche de maquillaje veo mi pintalabios favorito y lo incluyo en mi make up

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Faltan diez minutos para que llegue Niall.

Mojo un poco mi pelo en el lavabo del baño para peinar como puedo el nido de pájaros que tengo en la cabeza. La humedad de mis manos logra que se creen unas bonitas ondas en mi cabello.

Creo que estoy lista. Veré qué puedo hacer para almorzar.

Me aproximo a la cocina y veo que hay tres filetes de carne para hamburguesa, unas lonchas de queso chédar y algo de verdura. Genial.

El reloj marca las doce y diez del medio día. Quedan cinco minutos para que llegue el pequeño irlandés. No creo que tenga hambre aún, y yo con los nervios que tengo casi que tampoco me apetece comer. Veo que en la despensa hay una bolsa de patatas fritas y en la nevera unos cuantos botellines de cerveza. Perfecto para romper el hielo.

Mientras pienso qué le voy a decir a Niall exactamente y de qué forma para que no se convierta en algo incómodo, el porterillo suena chirriante. Un pequeño grito se escapa por mi garganta. Temblorosa, descuelgo el telefonillo.

- ¿Quién es?

- ¡Cartero comercial! -escucho como alguien intenta, sin mucho éxito, contener la risa tras esas palabras.

- ¿Niall?

- ¡Pues claro! ¿Quién va a ser? Anda abre.

Pulso el botón que abre la puerta del portal con una sonrisa en la cara. Este chico hace que todo malo pensamiento que haya en mi cabeza se esfume. Escucho el ruido del ascensor subiendo a mi planta y en menos de veinte segundos toca el timbre.

- ¿Esperabas a alguien más? -me encuentro con un chico alto de brazos cruzados frente a mi puerta. No sabe ponerse serio.

- ¡Claro que no! Sólo me quería asegurar que eras tú -digo mientras me coloco un mechón de pelo detrás de la oreja, tímida- Pasa, no te quedes ahí.

Remember my loveWhere stories live. Discover now