Fin de año

1.3K 110 6
                                    


Silencio. La tranquilidad inundaba la habitación. Aquella cama parecía estar hecha para tu cuerpo como si de una mullida nube se tratara. Siete horas de avión y una ducha después te encontrabas en la cama de un hotel de Nueva York, con vistas al Central Park. Hermosas vistas que habías ocultado tras las cortinas para que la luz del día no interrumpiera tu sueño aunque, al decir verdad, te encontrabas tan cansada que ni un terremoto hubiera sido capaz de despertarte.
Su voz, acompañada de un ligero zarandeo empezaron a despertarte.
Despierta, ____________, arriba – Andrés lo decía con impaciencia, con prisa. Tú sin embargo estabas demasiado cómoda como para volver del mundo de los sueños.
-Cinco minutos más- susurraste con las pocas fuerzas que te quedaban.
-Levántate. Es importante.
Sabías que si seguías durmiendo Andrés iba a insistir hasta conseguir despertarte, así que con mala cara te empezaste a erguir.
Era un hermoso día de diciembre en Nueva York, pero apenas la luz tenue de la mesita de noche alumbraba el rostro de Andrés.
-¿Qué pasa? – preguntaste extrañada
-Son casi las seis.
-¿Y qué? La fiesta no empieza hasta las diez, déjame descansar- dijiste mientras dejabas caer el peso de tu cuerpo de nuevo sobre el colchón.
-No me estás entendiendo – repuso mientras agarraba uno de tus brazos y tiraba de él para que te volvieras a erguir- son casi las seis aquí, pero en España van a dar las doce, van a cambiar de año. Tenemos que ver la retrasmisión de las campanadas de la Puerta del Sol y comer las doce uvas.
Las últimas semanas habían sido tan ajetreadas que apenas eras consciente de que hoy era 31 de diciembre. Último día del año. Analizaste mejor la situación y descubriste que Andrés había posado sobre la cama dos saquitos con doce uvas cada uno y una tablet en la que podías reconocer el canal de la televisión española retrasmitiendo desde el reloj de la Puerta del Sol de Madrid el cambio de año.
-Doce campanadas, doce uvas, es la tradición – dijo Andrés sonriente, casi en un susurro.
Alcanzaste uno de los saquitos y te acomodaste para ver mejor la pequeña pantalla. Apenas faltaban unos segundos para las campanadas de fin de año.
Un, dos, tres, cuatro, cinco… En la decimosegunda campanada era año nuevo. O al menos en España.
-Feliz año nuevo, amore mio – un suave beso tuvo lugar en aquella oscura habitación, el primer beso del año.
-Va a ser un año increíble, ¿verdad? - preguntaste con los ojos cerrados.
El mejor de nuestras vidas.
Y luego, Andrés fue a por el champagne.

BERLÍN Y TÚ. LA CASA DE PAPEL. ONE SHOTS.Место, где живут истории. Откройте их для себя