El gordo

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ATENCIÓN: SPOILERS DE LA CASA DE PAPEL

-Enséñame tu mano- ordenó Andrés al tiempo que te la agarraba con delicadeza y se la acercaba para inspeccionarla sin esperar a que le dieras permiso.

- No es nada, sólo es un rasguño.- dijiste mientras retiraba el pañuelo de algodón manchado en sangre que te la cubría- ni siquiera me duele.

Estabais en la parte trasera de un Mercedes de alquiler conducido por Martín Berrote y con Sergio Marquina de copiloto.

Había sido una mañana redonda. Andrés se había hecho pasar por Alfredo Keshman para acceder al despacho del gobernador del Banco de España y, desde allí, estudiar en vivo y en directo el funcionamiento del protocolo de actuación del personal de seguridad del gobernador.

Tú, por otra parte, habías sido la encargada de colarte sin ser vista, a través de la azotea, a la zona oeste del banco y detonar un pequeño explosivo plástico que activaría las alarmas del banco. Nada difícil, nada que no hubieras hecho en otras ocasiones.

Para acceder a la azotea sin ser vista por las cámaras de seguridad, escalaste la fachada del edificio con un sistema de arneses, muy parecidos a los que utilizan los operarios para limpiar cristales de ventanas desde fuera.

Fue durante la bajada que uno de los cables se destensó demasiado y tuviste que aflojarlo con la palma de tu mano y eso te había provocado un rasguño algo profundo.

Pese a eso, todo había salido a la perfección y era hora de celebrarlo. Una copa en el prestigioso restaurante Roncero con Andrés, Sergio y Martín.

- Ha parado de sangrar, pero deberías limpiar bien la herida para que no se infecte.

Sus palabras eran secas, pero al menos ahora te hablaba, cosa que hace un par de semanas no. Últimamente las cosas habían estado un poco tensas entre vosotros dos y habías decidido darle su espacio.

El motivo de su distanciamiento era Tatiana. Habían pasado dos meses desde su boda y las cosas no les iban muy bien a la pareja. Discutían constantemente y siempre por el mismo motivo: tú. Tatiana se había dado cuenta de que Andrés había estado contigo días antes de la boda y todavía no se había decidido a perdonar la infidelidad de su marido.

Tatiana le había puesto como condición para perdonarle alejarse de ti, y eso incluía alejarse del plan del robo del oro del Banco de España. Le dio una semana de plazo para tomar la decisión y ya habían pasado seis días.

Mientras volvía a envolver tu mano en el pañuelo de algodón, no pudiste evitar seguir tus impulsos y atreverte a intentar aclarar las cosas entre vosotros.

- ¿Estás enfadado conmigo, Andrés?

Notaste como Sergio y Martín, desde los asientos delanteros del coche, desviaban su mirada hacia el retrovisor para presenciar aquella escena, en silencio, atentos a vuestra conversación.

Andrés suspiró. Y lo que es peor, no contestó, cosa que te enfureció.

- Yo no tengo la culpa de que tengas problemas con tu mujer, te recuerdo que estamos trabajando, deberías tener un poquito más de profesionalidad y dejar tus problemas matinales en casa- dijiste apartando tu mano de la suya. Sergio y Martín seguían atentos, sin pronunciar palabra. Como si vieran una película.

- ¿Y dónde dejaste tú tu profesionalidad cuando decidiste acostarte conmigo,_________?

Soltaste una risa a modo de burla, para ponerlo todavía más nervioso.

BERLÍN Y TÚ. LA CASA DE PAPEL. ONE SHOTS.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt