El móvil de Rafael, cuarta parte

1.3K 126 10
                                    


- Andrés...

Notaste un hormigueo en tu cuello y una sensación paralizante que invadió tu cuerpo por completo. No te lo esperabas, pero tampoco podías decir que te sorprendiera verlo allí. Caíste en su trampa como un pequeño conejo que cae en un cepo atraído por una zanahoria.

Él no habló. Sólo te miraba sonriente. Por desgracia para ti, una sonrisa suya podía ser un símbolo de paz o el paradójico preludio de una venganza cruel y ensañada.

- Andrés...yo...

- No digas ni una palabra- te interrumpió- son las diez de la noche y estamos a punto de pasar al lado de la catedral de Notre Dame.

Giraste la cabeza y allí estaba, en medio de la oscuridad, tu lugar favorito del mundo. El reloj marcó en punto y desde su campanario las campanas empezaron a anunciar la hora con un espectáculo musical. Andrés cerró los ojos para disfrutar mejor de aquel placer sonoro, como si todo pudiera esperar unos segundos más, como si no fuera prioritario enfrentarse a ti.

En la octava campanada, te levantaste de golpe, dispuesta a huir una vez más. Incluso te pareció una idea sensata la de tirarte al río y salir nadando.

Andrés atrapó tu muñeca en un gesto rápido y la apretó con fuerza impidiéndote avanzar.

- Siéntate- ordenó. Obedeciste.

- ¿Cómo me has encontrado?

- No voy a decir que ha sido fácil seguirte la pista, pero París es tan típico de ti que resulta ofensivo que te escondas aquí.

- No me estoy escondiendo.

- He pensado mucho qué decirte una vez que te tuviera delante. - dijo ignorando por completo tu comentario- La siguiente parada es la de , llegaremos en unos cinco minutos. Eres libre de bajarte allí, pero estos cinco minutos vas a escuchar lo que tengo que decir.

Asentiste. Incluso te pareció justo. Empezó a llover. Podíais haberos metido en la cabina de la embarcación, pero os quedasteis en cubierta. En aquel momento el mundo y todo lo que estuviera pasando en él, no existía. Mojarse con la lluvia no importaba en absoluto. Sólo vosotros dos. Cogió aire y empezó.

- Te odio. Mi vida estaba bien antes de que aparecieras en ella y arrasaras con aquel sueño.. ¿Te haces una idea de lo difícil que es amar a tu esposa y que aparezca la imagen de otra mujer una y otra vez? Tu olor, tu voz, tus chistes malos a medianoche, toda tú arrancaste el amor que sentía por Tatiana, sin piedad. Ni siquiera tuve opción. – su voz no temblaba. Había escogido muy cuidadosamente sus palabras- Todos esos viajes clandestinos que hicimos y noches en hoteles con nombres falsos, como si fuera sencillo decir que no a todos y cada uno de tus caprichos. Me mientes, me robas, me traicionas, y aquí estoy, queriéndote y amándote con la misma intensidad, a partes iguales. – No sabías distinguir si en su rostro había lágrimas o si se trataba de la lluvia

- Andrés, yo...

- No, déjame acabar - dijo tajantemente- Me queda poco tiempo. Cinco, quizá seis años. No puedo ofrecerte más que un puñado de años. Si te bajas de este bateaux mouse en la próxima parada, no iré detrás. Tendrás una vida emocionante, te casarás con algún hombre afortunado que no será digno de ti y morirás en una casa de campo en las montañas de los Pirineos rodeada de nietos y joyas de alta pedrería. Yo nunca podré ofrecerte eso, __________. Sin embargo, si te quedas conmigo, pelearemos a todas horas. Nos gritaremos una y otra vez para luego reconciliarnos, en blucle, sin descanso. Será una relación intensa, tormentosa, pasional y única. Te prometo que viviremos a cien por hora cada segundo que pasemos juntos. – Acabó poniéndose de pie, y terminó, empapado por la lluvia- Lo que quiero decir es que he tenido muchos amores a lo largo de mi vida. Quiero que tú seas el último.

La embarcación paró. Parada de Pont au Double. Era tu oportunidad para salir de allí. Olvidarte de Andrés, del oro del banco de España. Quizá volver a España con tu familia, o embarcarte en un atraco que nada tuviera que ver con él. Incluso podrías enamorarte de otro hombre, alguien que no estuviera casado, que no fuera a morir. Podías hacer muchas cosas simplemente bajándote en aquella parada.

Algunos pasajeros se subieron, otros salieron del barco. Tú te quedaste allí sentada, mirando a Andrés a los ojos. Te pusiste de pie y te acercaste más a él. La embarcación se alejó de Pont au Double mientras besabas a Andrés como si fuera la primera vez. En realidad, aquel fue como un primer beso para vosotros.

Aquella noche en París empezasteis una nueva vida. La más dolorosa y, a la vez, la más bonita de tus vidas.

BERLÍN Y TÚ. LA CASA DE PAPEL. ONE SHOTS.Место, где живут истории. Откройте их для себя