☾Capítulo 54☽

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Camino con Elián hacia las gradas bajas, junto a la profesora Ramos cuando está por empezar el encuentro.

El equipo contrario, los Lobos están en la cancha calentando, mientras que el equipo de Elián, las Panteras están reunidos todos alrededor de Ramos, repasando las jugadas tácticas.

J también está allí, pero no me mira y yo tampoco a él.

Y me duele.

Veo a lo lejos a Noah, caminar hacia su puesto con los guantes de arquero puestos. Hace unos momentos lo vi buscándome con la mirada y lo saludé.

Se lo ve bien, y me lo dejó saber con su sonrisa de dientes parejos. Le sienta bien, absolutamente bien.

—¡Bien muchachos! ¿Alguna pregunta? —inquiere la entrenadora, emocionada pero con la voz seria. Puedo ver sus ánimos de ganar el partido así que me dedico a disfrutar la eminente victoria, o al menos lo que Elián dijo que iba a ser la victoria.

Y le creo.

Los chicos del equipo de fútbol no dicen nada, así que la profesora Ramos sonríe.

—Pues vamos a hacer historia muchachos —ríe ella—. Hasta en los diarios va a salir la humillación que le vamos a hacer a estos niñatos.

Me río al escucharla decir eso con emoción y me siento a su lado, viendo que Luz viene caminando.

Todos los alumnos del instituto están en las canchas de fútbol, sentados en las gradas de la cancha al aire libre, esperando para ver el inicio del partido.

Son las cinco de la tarde, y hay sol, pero no tardará en ponerse, así que en unos minutos la cancha se va a ver iluminadas por los reflectores. Mientras tanto, el cielo azulado acompaña el sol, cada vez más tenue.

Luz se sienta a mi lado, y ahora según Ramos es la nueva aguatera del equipo.

La morena asiente con la cabeza y esperamos a que empiece el partido.

Algo me llama la atención, y giro mi cabeza a la derecha, notando que Rocco ingresó al patio, y está subiendo las gradas.

No me ve, pero yo puedo verlo y eso hace que sienta mi corazón galopear fuerte en mi pecho.

Aún me duele. Y maldita sea que duele.

Intento mantener mi sonrisa y dejo de verlo, concentrándome en el juego, que minutos después empieza y los chicos dan todo lo que tienen.

Y todo lo que tienen lo hace ser un juego épico. Tan épico que Elián tenía razón.

Las Panteras ganaron, 3 a 1. Con un gol de Elián, otro de Lion y el último de Tomas.

Pero fue épico.

Los chicos del equipo contrario son los primeros en irse para no armar el alboroto, ya que la fama es que sin control vuelan sillazos.

Y nadie quiere que vuelen sillazos, ¿Verdad?

Saludo a Noah cuando lo veo irse y él me saluda con la mano desde lejos. Se lo ve un poco desganado pero es entendible. A nadie le gusta perder.

Así que ahora estoy con Luz, en el auto de Elián mientras vamos a la fiesta a la casa de uno de los chicos del instituto, para armar la fiesta del siglo.

Luz está sentada a mi lado, y ambas vamos en el asiento de atrás mientras que Elián maneja y Tomas va en el asiento del acompañante.

Vamos escuchando a Adele, porque es el auto de Elián.

Me río al oírlo cantar sin ningún pudor y no tarda en detener el vehículo frente a una lujosa casa dentro de un barrio privado. Inmensa, de dos pisos y con una terraza donde se ven luces, con un amplio jardín e iluminación.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora