☾Capítulo 24☽

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—¿Qué haces? —inquiero en voz baja mirando al frente pero nadie mira para este lugar, todos están en sus cosas.

J no dice nada, simplemente se acomoda en el asiento, recostándose sobre él mientras se desliza hasta que sus piernas chocan con el límite del asiento del frente, el cual está vacío.

Me quito los casquillos espero que me hable, sin embargo sigue mirando al frente como si yo no estuviera a su lado. Noto que sus piernas levemente separadas provocan que su pierna derecha choque con la mía, y mi corazón empieza a latir tan fuerte por ese insignificante roce que niego con la cabeza ignorándolo y poniéndome los casquillos para ver por la ventana.

Subo el volumen mientras apoyo mi cabeza en el vidrio y cierro los ojos, evitando siquiera respirar de forma irregular para no delatar el estado de nerviosismo que tengo.

Observo los autos pasar, pero de repente, una mano cierra la cortina de la ventana del autobús impidiéndome la vista al exterior.

Giro mi cabeza y allí está él, observándome con esa aura tan tenebrosa y a la misma vez, perversamente excitante. Me quito los casquillos para poder oírlo.

—Linda falda Tyson —dice en voz baja, lo suficiente como para que yo lo oiga y que mi piel se erice, poniendo cada vello de mi cuerpo en punta.

Inhalo cuando me llega el olor a su perfume, tan varonil que duele. Veo que un mechón de cabello húmedo descansa sobre su sien, lo cual, me hace pensar que se dio una ducha luego del partido.

Lo ignoro cuando lo veo observando mis piernas desnudas.

—Vete a la mierda —espeto desafiante.

J chasquea la lengua.

—Uy que dulce eres... conejita —dice con un tono de burla en su voz mientras sus penetrantes ojos del color del petróleo se clavan en los míos como si quisiera analizar cada rincón de mi alma.

No sé por qué, y sigo sin entenderlo.

Pero siempre que estoy en su presencia, siento la incontrolable necesidad de atacarlo como si estuviéramos en una guerra.

—Me llamo Bianca, idiota —le llevo la contra al propósito, porque me niego a dejarlo tener la última palabra.

—Ajá, que feo nombre —se burla él mientras algo en su mirada chispea con diversión.

Idiota.

Maldito idiota.

—Tan feo como tu cara, cara mierda —siseo girándome para ignorarlo luego de verlo divertido por mi comentario.

—Mira tú, no parecía muy fea anoche cuando me besabas —cuando dice esas palabras, usa un tono burlesco tan propio como él lo cual me toma desprevenida y me hace boquear como un pez mientras busco las palabras justas para devolverle el comentario.

Sin embargo, nada se me ocurre así que simplemente sigo mirando por la ventana mientras finjo que no existe.

Lo odio.

Maldita sea lo odio con tantas ganas que desearía no haberlo conocido.

Luego de unos segundos lo siento girar la cabeza para mirar al frente.

—¿Qué haces aquí idiota? —inquiero cambiando el rumbo de la charla y dejando mis manos entre mis piernas, apretándolas con los muslos.

J pone los ojos en blanco y recuesta su cabeza contra el respaldo del asiento, sin dejar de mirarme.

No responde.

Nunca lo hace y esto me recuerda tanto a ayer que no puedo evitar querer huir.

Fue sexo.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora