☾Capítulo 43☽

115K 9K 9.2K
                                    

—¿Tienes todo? —inquiere Manu mientras se sube al asiento del conductor de su auto.

—SÍ, tiene todo —le dice Dulce anotando algo en su pequeña libreta—. Yo la ayudé a guardar las cosas.

—Exactamente —afirmo yo y Manu asiente con la cabeza.

—¿Tienes batería en tu móvil? —pregunta Manu y antes de que yo diga algo, Dulce responde por mí.

—Tiene, yo me aseguré de eso —responde la pequeña niña y así con todas las cosas importantes.

Ella y yo hicimos una lista de las cosas que se necesitan y aunque son pocas, Dulce se empeñó en asegurarse de que tengo todo.

Traigo mi mochila del instituto con mi uniforme bien doblado y planchado, el cargador de mi móvil y unas cosas para comer. Nada más, ya que solo va a ser llegar, ir al congreso e irnos en el menor tiempo posible,

En el tren nos dan el desayuno, así que no hay mayor problema. Lo que sí es que llevo dinero.

Y voy a viajar con un pantalón de jean, remera básica y un buzo bordó. Además, traigo en mi mochila mi gorra de béisbol negra y un peine. Nada más.

Manu se ofreció a llevarme, aunque Rocco y Elián querían hacerlo. Yo me mensajeo con Luz, quien también está saliendo de su casa.

Son las diez y cuarto de la noche del domingo, y tenemos que ir a la estación de trenes de larga distancia para partir a las once de la noche.

Roberto se despidió de mí antes de salir, y Ángeles me dio un asentimiento de cabeza cuando salí por la puerta y nada más.

Manu pone en marcha su automóvil y vamos rumbo a la estación.

Tengo mi boleto del tren en la mano junto con el móvil y oigo el mensaje de voz de Luz.

—¿Crees que el desayuno va a ser bueno? Igual compré churros para que comamos.

Sonrío y le respondo.

—Espero que sean rellenos.

—Pero por supuesto. ¿Con quién crees que hablas? —responde la morena y yo me carcajeo.

Estela me envió un mensaje hoy, deseandome buena suerte, así que le agradecí por sus buenos deseos.

El camino lo hacemos divirtiéndonos las tres, y yo la paso bien así. Aunque siento que hay una incomodidad que hace que me remueva en mi asiento.

Manu no tarda mucho en llegar a la estación de tren. Es un lugar grande, lleno de luces y donde salen muchos trenes que van a distintos lugares del país. Lo primero que mi hermana hace es buscar estacionar el vehículo en el gran estacionamiento del lugar. Hay poco espacio para estacionar los vehículos.

—Bajen aquí y yo las busco en un momento —me dice mi hermana mayor y entonces, Dulce y yo bajamos del auto y terminamos en la acera, observando a la gente ir y venir en todas direcciones, por el ajetreado flujo de gente en la ciudad, aunque sea a esta hora.

Van a ser las 23, y aún hay personas intentando llegar a casa luego de sus largas jornadas de trabajo.

Cuando bajamos, Dulce camina a mi lado y me toma la mano. Caminamos ambas hacia dentro de la estación, a la zona del andén 5 que es el que me toca a mí.

Cuando camino dentro de la estación, lo primero que vemos son las luces y el estilo de la arquitectura antigua y sofisticada, aunque maltratada por el tiempo. Las paredes son de cemento, que en algún momento eran de un gris claro y ahora se ven un tanto consumidas por el tiempo, pero sin perder su fineza.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora