☾Capítulo 25☽

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La entrenadora nos llama a todos los alumnos y nos hace descender por lista para asegurarse de que estamos todos. Y por eso, primero me llama a mí porque como soy la única chica entre tanta testosterona, siempre se asegura de que yo esté bien.

—Tyson —llama parada al lado de la puerta dentro del autobús una vez que nos detenemos en el estacionamiento del instituto.

Yo tomo mi mochila y camino hacia la salida, ignorando a todos.

Cuando estoy casi a la mitad del autobús, tengo que tener cuidado de no chocar la pierna del idiota de J. No entiendo esa necesidad de los hombres por sentarse con las piernas separadas.

Paso con cara de póker por su lado, notando que Lion está sentado en el asiento contiguo al de J, del lado de la ventana.

Lo ignoro olímpicamente intentando ignorar el hecho de que estoy sin bragas por su culpa, después de todo, no es lugar para reclamarle por ello.

Camino altiva, con la cabeza en alto cuando paso por su lado.

Como si no quisiera demostrarle que me afecta siquiera en lo más mínimo su actitud infantil.

Maldito idiota.

—¿Todo en orden Tyson? —pregunta la entrenadora entonces yo asiento con la cabeza.

—Todo en orden entrenadora —le digo con una sonrisa y desciendo del autobús.

La noche de otoño está fresca y se siente aún más por la ligera brisa que en la piel desnuda de mis piernas me provoca escalofríos.

Sin esperar más nada camino por el estacionamiento hasta el final de la calle mientras observo el cielo azul intenso con las pequeñas estrellas brillando. La luna está llena y el cielo despejado, acompañando el frío de la noche.

Con mi mochila al hombro empiezo a caminar a paso rápido las cuadras que me separan de mi casa. Por suerte hay gente en la calle, al menos alguna que otra persona, lo cual me da seguridad.

Cuando estoy a una cuadra de distancia del instituto me siento observada, entonces me volteo sobre mi hombro para notar que J viene caminando a unos metros de distancia mientras mira al frente, con su inexpresiva y tenebrosa expresión de descontento con el mundo, lo cual me pone la piel de gallina.

Aunque, no sé por qué, me da una sensación de seguridad extraña de explicar.

A su lado viene Lion, hablándole mientras J simplemente lo oye y me observa.

Yo frunzo el ceño y sigo caminando.

Está a media cuadra de distancia, pero lo suficiente como para sentir el negro de su aura oscureciendo aún más la noche.

Maldito idiota.

No sé por qué, pero me dan ganas de huir y a la misma vez, no puedo hacerlo.

Sujeto la correa de mi mochila sobre mi hombro y camino siguiendo el ritmo. Solo porque me siento segura sabiendo que aunque sea un idiota, J está ahí, decido ponerme los auriculares y seguir mi camino escuchándo música.

No soy muy aventurera cuando estoy sola, de hecho, nunca escucharía música tan tarde en la noche y sola porque siempre debo estar alerta.

No estar escuchando todo lo que pasa a mi alrededor me vuelve vulnerable, y no estoy dispuesta a arriesgarme. Sin embargo, saber que J está ahí y que va en mi dirección me hace sentirme segura en lo que relaciona a mi integridad.

Que difícil es ser mujer.

Con las manos en mi bolsillo tarareo las canciones de mi repertorio hasta que de repente, empieza a reproducirse una canción desconocida para mí. Saco el móvil del bolsillo y veo que es la lista de reproducción de J.

Malas IntencionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora