CAP. 31

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Cuanta paz, cuanta calma. Siento a mi espíritu ser acariciado gentilmente por una mano cálida, que me transmite confort y tranquilidad.

Mi mente esta en armonía con mi corazón, y mi cuerpo no siente peso alguno que lo oprima.

Mi pecho no duele, mis ojos no pesan y mi cabeza no me da vueltas.

Una suave brisa se hace presente, apenas moviendo las hebras de mi largo cabello, y estas se mueven al compás del viento, como una sutil danza. Las hojas de los arboles me acompañan en este baile, brindándome la maravillosa vista de un escenario lleno de calidez, y de un sentimiento que reconforta a mi ser.
Puedo decir, con total seguridad, que estoy bien.

Abro mis ojos con lentitud, hallándome en la oscuridad de mi cuarto, pero no me siento vacío en lo absoluto. Es más, me siento tan lleno de luz por dentro, que hasta es difícil reconocer si ya he despertado o me encuentro aun sumergido en las fauces de un magnifico sueño. Mas la duda se ve despejada de mi mente en sólo un instante. Realidad o imaginación, he de disfrutar lo que se presente ante mis ojos. No deseo caer una vez más en los brazos de la desesperación, en especial si eso llena de inquietud los corazones de mis allegados.

Escucho un llamado a mi puerta, seguido de una voz neutra, pero en donde puedo notar cierto toque de suavidad. Reconozco al dueño de aquella voz como otonashi io, uno de mis amigos. Para no hacerlo esperar decido levantarme y atender a su llamado. Abro la puerta y mis ojos se encuentran con los de mi compañero, quien esboza una pequeña sonrisa al momento en que cruzamos miradas.

- otona-

- io – reclama el hecho de que iba a llamarlo por su apellido

- c-claro, lo siento – carraspeo la garganta y vuelvo a empezar – io

- mucho mejor – su sonrisa se ensancha y se le ve satisfecho - ¿Cómo te sientes?

- renovado – es mi única respuesta, y él se ve complacido por ella

- te esperamos abajo para desayunar, apresúrate – no se escucha exigencia en su voz, por lo que puedo notar no es una orden, sino más bien una petición, a lo que asiento

- voy enseguida – y él imita mi acción anterior, retirándose a sólo segundos de realizarla

Cierro la puerta y procedo a cambiarme de vestimenta. Voy a por mi bolso, el cual reposa en la silla de mi habitación. Busco a mi teléfono, lo guardo en mi bolsillo, y salgo del cuarto en cuanto estoy listo.
Bajo al comedor de la sala y allí diviso a todos mis compañeros, reunidos y envueltos en un aura de calma y alegría, sonriéndome con entusiasmo una vez notan mi presencia.

- ¡tokoyami-kun! ¡nos alegra tanto que estés bien!

- amigo, si que nos preocupaste, pero es bueno que te mejoraras tan pronto

Una de las muchachas se aferra a mi en un asfixiante abrazo, llorando de manera escandalosa por todo el problema que se ocasiono con anterioridad. Hago lo posible por calmarla y darle a entender que ya me encuentro totalmente estable, lo que hace que se aleje pocos centímetros y me haga prometer que algo como eso no volvería a ocurrir. No respondo, pero le regalo una genuina sonrisa mientras acaricio suavemente su cabeza, notando de inmediato el sonrojo que aparece en sus mejillas.

Ella se aleja con vergüenza, reclamando el porque de que todos los chicos apuestos tienen que ser gays. No comprendí que quiso decir con esas palabras, así que le reste importancia y me dirigí a donde se encontraban mis amigos de este curso.

- es maravilloso que ya te sientas mejor tokoyami-san, nos tuviste realmente preocupados durante este tiempo. Lamentamos haberte puesto en una situación incomoda con bakugou-san, pero es que no se nos ocurrió otra manera de poder ayudarte – hime bajo la mirada con pena ante aquella declaración, viéndose realmente mal por todo lo que paso, pero le dije que todo estaba bien y que no debía preocuparse

Caricias bakutokoWhere stories live. Discover now