Jeon Seokjin tiene exactamente cuatro semanas para impedir el compromiso de su hermano menor, condenado a un matrimonio sin amor. La única manera de pararlo es hacer un compromiso mejor, más ventajoso, más lucrativo para la familia Jeon. Es imposibl...
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El momento favorito de Seokjin en la galería es cuando están apurados por una exhibición. Hay algo especial en ello, nuevo trabajo, arreglar las pinturas. Invitaciones, solicitudes, arreglos de inventario, letreros. Siempre hay bullicio, algo vivo y en construcción, que crece, se expande. Supone que disfruta al hacerlo, que se siente como si fuera parte del proceso, incluso si sus dedos no forman el arte en sí.
Van a hacer una colección de arte moderno del sureste marítimo de Asia, piezas clave de Indonesia, Singapur, Filipinas. Es una visión ambiciosa, tomará toda la galería. La directora le dijo a Seokjin que si la exhibición era un éxito, tal vez podrían abrir una sucursal.
—Estaba pensando en Busan—dijo, con los ojos brillando, llenos de esperanza y sueños. —Dijiste que era tu ciudad natal, ¿verdad?
Ella no lo dijo directamente, pero podía escuchar la pregunta entre líneas. ¿Te gustaría abrirla? ¿Te gustaría regresar? De regreso a Busan, con su madre y una galería para llamarla suya. Y, por un momento, sintió un deseo de tomarlo, hasta que sus ojos se entrecerraron y rio, con un poco de vergüenza.
—Ah, pero ahora tienes a Min Yoongi, ¿no? Lo siento, aún me olvido.
Ahora tiene a Yoongi, por ahora, por unos meses, al menos. Y, de repente, ya no sabe cómo se verá su futuro.
Sale de sus pensamientos cuando el becario de verano, Seungkwan, se apresura a llevar dos cajas grandes apiladas una encima de la otra.
Seungkwan le mira y hace un intento de reverencia como saludo.
—¡Líder del equipo Jeon! ¡Buenos días!— Seokjin se ríe y lo saluda.
—Está bien— dice, acercándose a las cajas. —Aquí, déjame ayudarte—. Toma la caja de arriba contra su pecho.
—¡Sunbaenim!— Seungkwan exclama con gratitud. —Gracias—. Le sonríe a Seokjin y él se la devuelve.
Ayuda a Seungkwan a mover las cajas al almacén en el sótano, conversando todo el camino. Es una buena distracción, Seungkwan es ansioso y bullicioso, la charla apartó la mente de Seokjin de su conversación con la directora y su futuro incierto. Solo dura el espacio de tiempo que lleva caminar hasta la sala de almacenamiento y regresar al primer piso de la galería donde Seungkwan se va, para hacer otro recado. Seokjin suspira y decide explorar los nuevos trabajos que han terminado de mostrar. Sube los escalones blancos hasta el segundo piso, deteniéndose en cada pieza para analizarla, leyendo las notas y los guiones que los asistentes habían puesto.
Hay una en particular que llama su atención, un enorme lienzo gris relleno con la forma estilizada y sin rostro de una madre y un niño. La madre sostiene al niño en sus brazos, con una protectora mano sobre la cabeza del niño. No hay rasgos faciales, pero Seokjin cree que las emociones se transmiten en el uso deliberado del color, el negro se convierte en azul en el cabello de la madre, los amarillos y rosas florecen a medida que su cuerpo se acerca al niño. Hay una explosión de amor en los trazos de pintura, y Seokjin se encuentra sonriendo.
