Jeon Seokjin tiene exactamente cuatro semanas para impedir el compromiso de su hermano menor, condenado a un matrimonio sin amor. La única manera de pararlo es hacer un compromiso mejor, más ventajoso, más lucrativo para la familia Jeon. Es imposibl...
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Por lo que Seokjin ha escuchado sobre Min Yoongi, esperaba que Yoongi estuviera en contra de la idea de un matrimonio arreglado. Estaba preparado para eso. Estaba listo para encantar, persuadir y seducir para suavizar los bordes de Yoongi y lo apelara hasta que Seokjin caminara fuera de ese almuerzo con un firme arreglo matrimonial. Seokjin no esperaba que Yoongi fuera vehemente hostil a la idea.
Seokjin se sienta en la mesa, sus dedos sujetando fuertemente los bordes de su plato, parpadeando rápidamente mientras Min Yoongi sale de la habitación, tomando consigo todos los sueños, esperanzas y promesas que Seokjin se hizo a sí mismo. Cada paso que Yoongi toma es el fracaso de Seokjin, fracaso para asegurar un matrimonio, fracaso para proteger a Jungkook, fracaso para mantener su promesa a su madre. Su estómago da vueltas, hay un pequeño sabor ácido en el fondo de su garganta.
—Secretaria Park— la presidenta llama, llevando una mano a su sien. Su secretaria se desliza por la puerta trasera y se para, atentamente, junto a la presidenta. —Consígueme una habitación, necesito descansar—. Taehyung se levanta de su asiento de repente, rodeando la mesa para ayudar a la presidenta a levantarse.
—Abuelita, ¿estás bien?— pregunta, deslizando un brazo alrededor de la presidenta para darle apoyo. Ella rechaza sus manos, frunciéndole el ceño.
—No estoy bien. Voy a morir pronto y tengo que explicarles a los padres de Yoongi porqué se convirtió en un tonto—. Ella empuja a Taehyung. —Ahora muévete—.Taehyung pone su brazo bajo el codo de la presidenta y camina con ella hacia la puerta
—Te ayudaré.
—No necesito tu ayuda, necesito un mejor nieto.
—Regresaré en un momento, ¡lo siento!— Taehyung mira sobre su hombro a Seokjin y sonríe disculpándose.
Ellos salen de la habitación, la presidenta quejándose fuertemente, pero Seokjin deja de escuchar, el rugido en sus oídos ahogando los demás sonidos. No puede dejar que termine así. No puede dejar su única esperanza salir de la habitación sin pelear.
Seokjin se levanta rápidamente y corre hacia la entrada, rogando fervorosamente que Yoongi siga ahí, que siga donde Seokjin lo pueda alcanzar. Por favor, piensa, por favor, por favor, por favor.
El alivio es cambiante y embriagador cuando ve a Yoongi a través de la grande ventana del recibidor, los hombros encorvados y la chaqueta ceñida alrededor de su cuerpo, el cabello alborotado por el fuerte viento. Empuja las puertas giratorias hacia afuera y se da cuenta que, tan pronto como la primera ráfaga de viento golpea la piel de su cuello, olvidó su abrigo dentro. Él ignora el temblor que sacude su columna y camina hacia adelante, y levanta su voz sobre el viento.
—¡Min Yoongi!— Él está eternamente agradecido que su voz suene a pesar del silbido agudo del viento.
Yoongi se gira, abriendo los ojos lentamente. Sus labios se tuercen con frustración, pero a Seokjin no le importa. Yoongi para, y es todo lo que importa.
