CAPÍTULO 33

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Archie se había despertado en la sala de reuniones hacía algunas horas por un dolor que le punzaba en el cuello. Seguramente, debido a la noche que había pasado en vela controlando y comprobando las constantes de Jax, en algún momento se había quedado dormido de cualquier manera.

Se masajeó la nuca e hizo una mueca al acomodarse en su asiento y restregarse los ojos. Laurel también se había quedado dormida, su cabeza descansaba sobre un lado de la camilla y una de sus manos sujetaba la mano de Jax.

Se tomó un segundo para espabilarse y después, una figura familiar apareció en el borde de la puerta sin hacer sonido alguno.

Cameron.

Archie hizo un gesto con la mano para que pasase, pero fuera silencioso y así no despertar a la chica.

—¿Cómo sigue? —preguntó Cam en un susurro, su expresión era de lo más seria teniendo en cuenta su habitual carácter—.

—Igual—murmuró—No ha habido cambios en toda la noche.

Luego Cam la miró a ella. Laurel todavía no se había recuperado de los efectos de la máquina. Se la veía pálida, ojerosa y débil, tanto que temía que la más suave ráfaga de viento se la llevara volando, pero aun así se había negado por activa y pasiva a abandonar a esa habitación y ninguno de los que estaban allí habían tenido fuerzas para impedírselo. Ni siquiera Joyce, que incluso había aprovechado la ocasión para seguir inyectándole calmantes y así asegurarse de que descansaba mientras estuviera con Jax.

—¿Se lo has dicho ya? —preguntó Cameron—.

—Anoche—respondió con cierta sequedad—Sabe que la cuenta atrás para Jax ha empezado y, que si no despierta esta noche... Es muy posible que ya no lo haga—su voz se había vuelto ahogada—.

Entonces Cam se aproximó a él y puso ambas manos sobre sus hombros, intentando tranquilizarlo.

—Tú y Joyce lo estáis haciendo lo mejor que podéis, Arch—suspiró—.

—¿Y de qué diablos sirve eso si sigue sin ser suficiente?—Archie se levantó de su asiento de mala gana, dándole la espalda y poniendo una mano en el puente de su nariz con exasperación—Lo estoy intentando con todas mis fuerzas y no...—su voz se quebró— No sé qué más hacer, Cam. El compuesto lo mantiene estable durante el proceso, pero si se utiliza por demasiado tiempo termina actuando como un veneno que viaja por la sangre y debilita al huésped poco a poco.

—¿Has vuelto a inyectarle ese suero que usaste con Laurel para traerla de vuelta?

El castaño negó con la cabeza.

—Eso es un último recurso... Solo he tenido que administrarlo dos veces en mi vida, pero nunca lo he usado dos veces en la misma persona.

—¿Y, qué pasaría en el hipotético caso de que volviese a fallar?

La expresión del chico se oscureció, hubo falta palabras de por medio para saber lo que significaba.

—Te juro que no sé cómo lo hacéis...—suspiró Cameron— Todo esto, es demasiado. Demasiado peso, no debería ser así.

—Ya, bueno...—él apoyó la cabeza en la mano sobre la mesa— Es lo que hay.

—Anda, fíjate. —murmuró, tomando las gafas con las que Archie también había comprobado su tatuaje en su momento—Aún tienes esta cosa, ¿es lo de lo de tinta, no? ¿Esa luz violeta que te dejaba ver los restos en los tatuajes? —casi se le escapó una carcajada—No podía dejar de reírme cuando te las ponías, parecías una mosca con ojos saltones.

Archie sonrió por un segundo, luego su sonrisa se desvaneció.

—Repite eso.

—Parecías una mosca con ojos saltones, te lo digo en serio. No te hacían ningún favor.

Aleación: Las ruinas del cobre  (Corregida y Editada)Where stories live. Discover now