CAPÍTULO 1

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DESCONOCIDA

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DESCONOCIDA

Oscuridad. Ingravidez. Sensación de asfixia. Miedo. Sonidos entremezclados.

Eso fue lo que me despertó.

Mi primer recuerdo fue abrir los ojos al notar como el aire había dejado de llegar a los pulmones. Todo estaba borroso a mí alrededor, mis movimientos eran demasiado lentos, hasta que me di cuenta de cuál era el motivo. Estaba dentro de un gran tanque de líquido, conectada a cables que subían hacia la parte superior y una máscara que me enfundaba la boca y la nariz, la cual había dejado de funcionar.

Escuchaba una voz masculina. Provenía de un chico joven que gritaba desde fuera cosas que no lograba entender. Conseguí ver su silueta moverse de una punta a otra de la sala a través de mi cristal, hecho un manojo de nervios.

Volví a la realidad de inmediato al sentir el último soplo de oxígeno desvanecerse. Me estaba ahogando.

Inconscientemente coloqué las manos sobre el cristal, buscando cualquier forma de escapar, golpeándolo con las palmas de mis manos con todas las fuerzas que fui capaz de reunir, buscando la forma de hacerle saber a aquel chico que yo estaba ahí...

La silueta corrió hacia mi tanque, colocándose enfrente de él y comenzando a golpearlo enérgicamente con algo metálico una y otra vez, soltando maldiciones y gruñidos de rabia al probar la resistencia del cristal.

— ¡Aguanta!

Pero yo seguía ahí, ahogándome, arremetiendo contra él como podía, con las manos, con los puños y las piernas cada vez más rápido, llena de pánico, sintiendo que mi cabeza iba a explotar en cualquier momento y ese cosquilleo se hacía más intenso en el estómago.

"Concéntrate. No entres en pánico" escuché claramente. Fue como si todo el líquido que me rodeaba nunca hubiese estado ahí, como si alguien me lo hubiera susurrado desde dentro de aquel lugar.

El cristal que me contenía, impoluto, liso, duro, de pronto había dibujado una serie de confusas imágenes zigzagueantes bajo las palmas de mis manos tras el último golpe del muchacho. Por fin estaba cediendo y podía escucharlo resquebrajarse.

"¡Apártate!" volví a oír antes de impulsarme al fondo y que mi espalda impactara con la pared. El chico propinó un último y rápido golpe justo en aquel momento, rompiendo mi prisión y saliendo yo despedida junto con el líquido al suelo.

Caí como un peso muerto, tomé una gran bocanada de aire, todo mi cuerpo estaba bañado por ese desconocido fluido que parecía no despedir ningún tipo de aroma y sentía que alguien me había robado toda la energía. Lo primero que oí fuera fue el retumbar de una sirena de alarma cada vez más intensa sonando dentro de mi cabeza. Todo se movía a mí alrededor, se desenfocaba y volvía a enfocarse, me costaba acostumbrarme a la repentina luz que ahora había en la habitación.

Aleación: Las ruinas del cobre  (Corregida y Editada)Where stories live. Discover now