—No, solo estaba escuchando ese estúpido reloj. ¿Podemos ir a, no sé, comprar algo? ¿O a ver qué hay por esos árboles de allá?

El rubio viró su cabeza hacia donde él señalaba, teniendo que entrecerrar sus ojos para poder ver en la lejanía con los rayos del sol cayéndoles encima. La pequeña arboleda de la que se refería estaba a más o menos unos cincuenta metros de su edificio y encerraba algo que él sospechaba era otro de esos pequeños parques como el que había visto en su camino hacia el tribunal.

—No.

—¡Oh, vamos! ¡No hay absolutamente nada que hacer aquí!

—¿Qué acaso no escuchaste lo que el comandante Magath dijo?

—No me importa lo que el comandante haya dicho —gimoteó, cansado y aburrido—. Anda, sé que tu también estás aburrido de estar aquí encerrado. Solo vamos a ver qué hay por allá y volveremos en diez minutos.

Zeke se llevó el cigarrillo a los labios y aspiró una calada, humo escapándosele por los costados de la boca cuando alejó el cilindro de su rostro y expulsó el humo en una lenta exhalación. La manera en la que el sol se reflejaba en los cristales de sus anteojos le dificultaba ver qué tipo de mirada cargaba, pero se podía imaginar que no era ninguna buena.

—¿Y si nos detiene el oficial?

—Se fue con Magath —respondió el azabache enseguida, tirando una mirada escaleras abajo—. Y el dueño de la tienda toma un descanso a esta hora para almorzar y luego viene el camión con su mercancía, así que tenemos más o menos media hora para poder ir y venir.

—… ¿Te aprendiste los horarios en solo un día?

Félix se encogió levemente de hombros y dio media vuelta para empezar a bajar los peldaños a prisa. Escuchó por detrás suyo que Zeke, con un suspiro, se ponía en pie y lo seguía a una velocidad más moderada.

—Hey, no te separes tanto de mi. No sé si tu pequeño cerebro de idiota puede entenderlo, pero aún estamos en Marley.

—Y si tus estúpidas piernas de mono amorfo no se dan prisa, voy a echar a correr y le diré a Magath que tu me dejaste ir.

—Es imposible que el comandante se crea eso.

—Me da igual, solo apúrate.

Los pocos niños que jugaban en la acera frente a su edificio se detuvieron para mirarlos pasar. Félix ladeó un poco el rostro y los saludó con un ademán de su mano, captando la atención del más cercano a ellos que lo saludó de vuelta.

El otro niño que jugaba con él, curioso, lo señaló con un delgaducho dedo.

—¿Qué te pasó en el ojo?

—Oh, ¿esto? —sus dedos acariciaron el borde de su cicatriz y luego señaló a Zeke con su pulgar—. La hizo él cuando trató de matarme.

Eran tres niños que jugaban con un balón y los tres, al mismo tiempo, miraron a Zeke con los ojos abiertos de par en par. Félix sonrió inocente cuando los tres se cerraron alrededor del rubio, acorralándolo en cuestión de momentos.

—Woah, ¿por qué haría eso, señor?

—¿Es por eso que están viviendo juntos? ¿Están en la cárcel?

—¿Por qué trató de matarlo, señor?

El rubio le miró de reojo.

—Yo no-

—¿Por eso están viviendo con el señor Redfield? ¿Están en el ejército, cierto?

—Uh, sí-

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinWhere stories live. Discover now