desecho n°1 p/2

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Cómo ya sabemos, Sans siempre fue un personaje que a parte de servir de alivio cómico en un juego bastante pesado en cuanto a historia, tenía muchísimos secretos. Varios de ellos ya los conocemos debido a nuestra condición como jugadoras/creadoras y partícipes del fandom, pero hay otros más que son más bien desbloqueables con los secretos del juego y un poco de imaginación.

Uno de ellos es que tiene un laboratorio detrás de su casa en el que esconde una máquina y varios planos, se ve gente que el jugador no reconoce y varias cosas que no podemos entender. Esto nos deja la conclusión –junto con la pista de las papas en el refri, ya que estás solo se pueden conseguir en el verdadero laboratorio– de que es un científico, y con los libros de física cuántica dentro de los libros de chistes, se nota que esto le agrada.

En esta historia él estaba tratando de ayudar a solucionar el problema de la pérdida de energía en el núcleo, pero la situación estaba tan grave que ni él ni cualquier otro científico podría solucionarlo de la forma convencional. Al darse cuenta de esto simplemente continúo ayudando con su labor de centinela y repartiendo las raciones, todo hasta que luego de una discusión con Sans y una carta suicida de Undyne, Alphys terminó revelando que aún existía una manera de reactivar el núcleo para que todos estuviesen bien.

Alphys llegó con Undyne a Waterfall justo en el momento que ella iba a lanzarse al vacío, intentó disuadirla pero al no lograrlo terminó revelando lo que sabía era una opción. Undyne no estaba de acuerdo con matar a Sans debido a que él es un monstruo y en aquel entonces su ira era exclusivamente dirigida a los humanos, sin embargo y después de una pequeña discusión con la lagarto amarilla, lo tomó como la única opción para salvar a su pueblo y compensar su pésimo reinado.

Cómo ya sabemos Sans se enteró de esto gracias a los susurros de una flor echo que había captado toda la conversación, aún estando consciente del peligro decidió ignorarlo al pensar que Undyne no cometería una estupidez, algo que, por los acontecimientos actuales, sabemos que sí sucedió. El mismo día rodeó su perímetro con guardias que lo atacaron de frente, le dijo que no se resistiera, aunque decirle eso a alguien que quieres matar no es la mejor opción. Después de que el hubiera asesinado a un par de guardias Undyne logró alcanzarlo con una lanza que le atravesó el cráneo y pasó hasta su ojo derecho, arrancando la magia materializada en él. Se fue con lo que había ido a buscar creyendo que moriría en cualquier momento, pero..

Sabemos bien que no fue así

En parte Alphys tenía razón, al utilizar aquella magia tan poderosa lograron reactivar el núcleo, pero la potencia de este era tan mínima que probablemente solo serviría para mantener a los monstruos más necesitados de magia vivos en las peores condiciones.

Sans despertó aturdido, el horrible dolor de su cabeza y la sangre que corría lo tenían confundido y mareado, pero la locura que comenzó a circular ni bien abrió los ojos no permitió que en su mirada vacía se colase ni un solo gajo de cordura. Caminó matando a los guardias que se encontraban en su camino y lo atacaban por órdenes de Undyne hasta que en pleno punto de quiebre hizo exactamente lo mismo que le hicieron a él, arrancarle un ojo a un desafortunado guardia y colocárselo en su cuenca derecha.

Caminó matando sin razón hasta llegar a hotland, pues estaba muy débil para teletransportarse. Al llegar ahí y ver el espectáculo de polvo a su alrededor solo sonrió, el rostro de Alphys era un poema difícil y al mismo tiempo muy fácil de describir, horror en su máxima expresión. Otra discusión se avecinaba por la esquina pero él ya estaba harto de refutar e intentar que entrara en razón, no necesitaba hablarle, necesitaba romperle la cabeza justo como ella se lo hizo a él

Y eso hizo, en medio del griterío sin sentido solo sintió satisfacción cuando huesos salidos por el costado atravesaron el lóbulo frontal de su cráneo, dejando masa encefálica por todo el pulcro suelo de aquel laboratorio. La sangre salpicó a su ropa y rostro, el gran charco rojo bajo el cuerpo de la mujer no tardó en llegar a sus pies, el solo retrocedió un paso. No quería suciedad en sus pantuflas.

El Vertedero De SugarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora