KNY Fanfic (2)

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-¿Kori te mandó algún mensaje hoy de mañana? No sé nada de ella desde que me llegó un audio desacatada por el despertador que no le sonó-

Cherri observa el último mensaje que la muchacha le dejó con gesto pensativo, después de todo lo recibió hace casi media hora y el bondi debería pasar en unos pocos minutos. Al lado suyo su gemela emitió un chasquido sin preocuparse mucho, dibujando círculos irregulares a punta de zapatilla en la tierra de la parada.

-Todavía estará cambiándose... a ella nunca le queda horario en la cabeza-

-Pobre rubia, en este punto la profe de astronomía la va a terminar observando..-

En su grupo de amigas eran siete, pero solo ellas cuatro vivían lo suficientemente cerca unas de otras para poder ir juntas hasta donde siempre esperaban las demás.

-Si la observan es cosa suya, mil veces se le dijo que se despierte más temprano y no hace caso ninguno.-

Gracias a esto ya casi son ocho años lidiando con las impuntualidades de su amiga, quien a pesar de conocerse no se molesta en colocar una mísera alarma más para despertar y así poder llegar a tiempo por una vez.

-Tenele un poco más de paciencia, sabés que tiene exámenes y está estudiando para pasarlos-

-Los exámenes no son ninguna excusa cuando lleva años haciendo lo mismo, Nanami. Ninguna de ustedes intente defenderla si saben bien que es así por vaga.-

Las tres tienen una charla trivial en lo que la cuarta llega a la parada, acompañando su figura menuda y rubia con una mochila pesada a la vista y pegotines en la cara dándole un aspecto sumamente infantil.

-¡Llegué! ¡Ya llegué!-

El bolso pesado es dejado en el cemento sin ningún cuidado, hace un ruido sordo al impactar. Su dueña respira con dificultad en lo que intenta recuperar todo el oxígeno perdido a la carrera desde su casa hasta la parada donde siempre se juntan.

Tarde por su culpa.

Otra vez.

-¡Con vos siempre es lo mismo! ¡Todos los días! ¡Todos los días!-

El pelo crespo y negro danza con furia alrededor de los cachetes enrojecidos por el frío, Hana chilla endemoniada. Kori rueda los ojos y suspira, una columna de vaho se despide através de sus labios tibios.

-¿Y que querés que haga? ¡El despertador no me sonó!-

-¿No te sonó o te olvidaste de ponerlo por estar viendo series hasta la madrugada?-

-Ay ya está ¡Llegué bien, cortala de una vez!-

-¡Faltan quince para entrar, no nos tomamos el bondi y todavía decís que llegamos bien! ¡Bien para vos, que vivís entrando media hora tarde!-

-¡Y bueh, si tanto te jode andate sola y ya fué!-

Nadie se vió obligado a intervenir gracias al transporte, que en esa situación, fue como una bendición de Dios. El trayecto se hizo corto con la charla, una vez disuelto el lío (que como disco rayado se repite todas las mañanas) siempre terminan enredadas en conversaciones sin sentido.

En el portón del liceo las otras tres mantenían su propia conversación, esperando a las demás como rara vez podían hacer. La primera en notar su presencia conjunta es Amy, cuyo semblante sonriente no cambia ni al notificar a las demás sobre la llegada de sus amigas.

Asisten a la misma escuela y secundaria desde niñas, ahí se conocieron y desarrollaron la amistad más duradera que cualquiera de ellas ha tenido en su vida.

-Perdón por la demora, ya sabés quién volvió a olvidarse de poner la alarma.-

La más pequeña del grupo, Mirella, negó con la cabeza. Todas conocían el patrón de comportamiento que Kori sacaba a relucir todas las mañanas desde hace ya casi cinco años en la escuela secundaria.

-No importa, ya es costumbre. Tendría que afanarle el teléfono y colocarle cinco alarmas más a ver si así pueden llegar temprano por una vez-

-Igual esta se la llevaron bien, la profe de astronomía tiene aviso de falta.-

Notifica Yoru mientras repasa sus apuntes de filosofía, la temporada de parciales previos a las vacaciones siempre son los más fáciles pero aún así nunca hay que confiarse. Amy asiente dos veces, mirando su teléfono mientras juega con un pequeño adorno en forma de kurama entre sus dedos.

-Sí, el viejo de filosofía también avisó que faltaría.-

La de cabellos azul noche cerró con fuerza su cuadernola, suspirando exasperada.

-Ellos se quejan si uno no estudia para sus pruebas pero cuando tenés todo preparado ¡Bien que les pinta no venir!-

-Es así desde ciclo básico, no se que te sorprende.-

Dice Kori, revisando su mochila para comprobar que hoy sí trajo las cuadernolas correctas. Yoru azota su libreta de anotaciones contra el banco mojado que habían elegido como asiento hasta la hora de entrada.

-No me sorprende, a esta altura del partido lo único que una puede hacer es quejarse y nada más.-

-Muchas veces ni eso si querés asegurarte una buena nota a fin de año..-

El sonido insoportable del timbrazo llama la atención de las muchachas, que ni cortas ni perezosas se colocan sus bolsos y mochilas al hombro para conseguir entrar sin estar apretadas por una ola gigante de pubertos con mal aliento a las siete y veinte de la mañana.

Dentro de todo la ubicación del lugar no es mala, como está en una zona costera el paisaje desde la parte trasera del edificio da directamente hacia el mar y si desvías la vista a un costado podés ver un poco del centro a lo lejos, atravesado por la bahía y el puerto al que van a parar la mayoría de los barcos.

Cómo algunas aún cursan ciclo básico estudian en pisos distintos, mientras todos los salones de cuarto y quinto año se ubican en el piso superior la mayor parte de grados inferiores van a los cuatro pisos restantes, contando el subsuelo.

Siguen su rutina sin problema separándose en el piso central con la promesa de hablarse por teléfono a través del grupo que todas comparten, ya que los cinco minutos que te dan para ir al baño y tal vez comprar algo en la cantina no alcanzan si querés salir al patio.

Yoru, Hana, Cherri y Kori están en el mismo curso desde que la última reprobó quinto grado y como la institución en la que estudiaban tenía tanto primaria como secundaria la dirección solía hacer muy pocos cambios en los grupos, entran y hasta su graduación son los mismos compañeros.

En pocas palabras, no hace falta recordar nombres nuevos ya que serán los mismos de siempre.

Esas cuatro jóvenes toman asiento en sus bancas individuales siempre teniendose a si mismas a sus lados mientras el resto de sus compañeros va tomando los lugares correspondientes.

Las clases transcurren con normalidad.

El Vertedero De SugarKde žijí příběhy. Začni objevovat