No Importa

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Mis pies dolían.

Llevaba más de doce horas parada. Mi trabajo era pesado, mover cosas pesadas de aquí para allá, checar que todo esté en orden, todo mientras me mantenía en mis pies. No podíamos sentarnos, solo los treinta minutos que nos daban para comer es cuando me sentaba.

No puedo quejarme, no debo. Este trabajo es lo que mantenía a mi familia. Lauren, Isabella y el pequeño Tom. Me casé con Lauren hace aproximadamente cuatro años, llevábamos uno de noviazgo cuando supe que era el amor de mi vida y que jamás debía de dejarla ir.

Lauren tuvo a Isabella por un descuido, quedó embarazada de uno de sus ex novios, el cobarde huyó y nunca se hizo responsable del bebé. A sólo seis meses de embarazo nos conocimos, gracias a una amistad en común, Elizabeth. Fue en una pequeña cena de cumpleaños de ella, invitó solo a amistades muy cercanas, incluyendonos a Lauren y a mi. En cuanto vi esos hermosos ojos supe que mi vida cambiaría esa noche.

Escucharla reír, verla emocionada hablando sobre sus travesías junto a su amiga, fue lo mejor que pudo pasarme. Nos caímos tan bien que intercambiamos números.

Unos días después de esa noche, me contactó para invitarme a comer, encantada acepté, eso solo significaba que la volvería a ver. Por supuesto que iría.

Ocho meses de embarazo y ya estábamos intentando algo. Era... Algo difícil, sus cambios de humor y sus ratos antojos, pero desde hace tiempo sabía que haría lo que me dijera.

Estuve ahí cuando nació la pequeña Isabella. Hermosa, los mismos ojos que su madre. Ver el brillo en el rostro de Lauren me dio a entender que no le importaba ya todo lo que pasó para que ella estuviera aquí, todo valía la pena. Ella valía la pena. Ellas. Para mi.

Isabella cumplía dos años cuando al fin me animé a declararme, Lauren simplemente sonrió y comenzó a llorar, al principio me alarme, no se supone que lloran cuando te dicen esas cosas... Pero creo que el haberlas traído de paseo, comprarles todo lo que me permitía comprarles... Verlas sonreír y disfrutar el momentos en paz, todo cayó en ese momento. Decirme que igual le gustaba, me quería, que me dijera el sí a una relación me llenó de felicidad. Al fin podía decir que esa hermosa chica, la mejor madre del mundo, era mi chica.

Cuando Isabella cumplió sus tres años, enfermó, algo afectó su ojito derecho, no podíamos pagar tal operación. Tuve que dejar la universidad y buscar un trabajo de tiempo completo. ¿Uno? Dos. Trabajaba en un supermercado de día y en un bar por las tardes.

Nos tomó seis meses ahorrar para la operación y tratamiento. En esos 6 meses Lauren enfermó, tomó un virus. Obviamente iba a aliviarse, pero por un tiempo no pudo ayudarme en los gastos, en ese tiempo es cuando busqué mi segundo trabajo.

No me importaba lo duro que tenía que trabajar, todo fuera por el bien de ellas.

Lauren lloraba por las noches, el verme trabajar tanto por ellas, simplemente no sabía como darme las gracias. El que vea por su bienestar, el que las cuide en mis tiempos libres. Ni siquiera salir con mis amigos podía. Amigos. Quienes perdí porque supuestamente no tenía tiempo para ellos ya, quienes me dejaron sola junto a mi familia en tiempos donde los necesitaba igual. Pero eso no importaba, tenía a Lauren y a Isabella. Con ellas era más que suficiente.

Isabella tuvo su operación y mejoró, se movía más, reía más, era la niña llena de energía otra vez, Lauren igual mejoró bastante. Las noches de lágrimas las cambió por risas. Ya no necesitaba los 2 trabajos, tenía más tiempo para ellas.

Isabella tenía siete años cuando Lauren y yo decidimos casarnos. Bueno, cuando le propuse matrimonio. Elizabeth se ofreció a cuidar a Isabella para que Lauren y yo pudiéramos cenar solas.

One-shots||Lauren Jauregui & Tú||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora