-¡A la torre Eiffel!
-Por enésima vez...-dijo agotado-. No se puede ir a París en auto.
-¿Quién lo dice? No hay un cartel que diga: "No se puede ir a París en auto".
-No tiene que haber un cartel para eso-explicó irritado.
-Entonces si se puede ir a París en auto.
-Que no.
-Pero si no hay un cartel que diga lo contrario-expliqué.
-¿Podrías sólo concentrarte en conducir?
-¿Podrías decirme adónde vamos?-Pregunté del mismo modo.
-Donde un amigo. Ya te lo dije-repitió irritado.
-Pero dónde queda-le dije-. Es lo que quiero saber.
-Sólo conduce-ordenó.
-Entonces adivinaré-ignoré lo que dijo.
-Oh, dios, otra vez no-suplicó.
-Veamos...-Comencé a pensar-. Si no es París...¡Oh, ya sé!
-¡No es Disneyland!-volvió a decir irritado.
-No iba a decir Disneyland.-me defendí
-¿Ah, no? Entonces, ¿qué ibas a decir?-Preguntó curioso.
-Iba a decir: Orlando, Florida.-Él palmeó su frente.
-¿Sólo no puedes callarte
un segundo?-suplicó.-Te dije que no me gustaban las sorpresas.-Me encogí de hombros.
-Te dije mil veces que no era sorpresa. Ahora cierra tu maldita boca sino quieres que te saque del auto-amenazó.
-Chase es mucho mejor-susurré.
-¿Qué dijiste?
-Que tengo mucho calor-dije más audible.
-Pero si estamos a diez grados...Oh, espera...-Me miró pícaro. ¡Ay, no!-Te refieres a...
-Cállate-le interrumpí-. Sólo indícame el camino.
-Pero si me mandaste a callar, ¿cómo quieres que...?-le volví a interrumpir-Sólo hazlo.
-¿Qué quieres que haga?-preguntó sonriendo.
¿Acaso todo tiene doble sentido?
-Sólo quiero que me indiques el camino-le dije.
-No te preocupes.-Sonrió-Lo haré.
Pero sabía yo que no lo dijo como respuesta a lo que había dicho. Estúpido.
Prácticamente en todo el camino tenía irritado al grosero debido a mi curiosidad; quería saber a donde ibamos, y como él se oponía a decirme, comencé a adivinar, lo cual fue divertido ya que el estaba agotado de discutir conmigo y de mis supuestas incoherencias.
Palabras textuales de él.
Él me hizo que estacionara en una casa demasiado linda, y lo le hice caso.
Esa casa iba a ser mía.
-Llegamos.
Bajó del auto y se apresuró a la puerta de entrada, ¡ni si quiera me abrió la puerta! Maleducado. Deja que lo secuestren de nuevo, su abuela es la que lo va a venir a rescatar.
De maldad, tiré la puerta fuertemente, hasta a mí me dolió.
-Sí quieres tírala más duro-comentó con sarcasmo.
ESTÁS LEYENDO
GROSERO ©
RomanceEsto no es una historia normal. No hay tristeza, felicidad, risas, llantos como tal. Aquí hay más que esto. A veces la vida es tan seria que las personas están acostumbrado a ver, leer todo aquello que se asemeje a lo que está estipulado en el mun...