Capítulo 21

19.8K 1.2K 141
                                    

Estábamos haciendo cola para comprar helados. Chase me había llevado esta vez a un lugar diferente, este estaba llenísimo, tanto que comenzaba a irritar.

-Ya llegará el turno de nosotros, Meg.

-Hubiésemos...-Sí, sí. Hubiésemos ido a tu lugar de siempre. Pero hay que cambiar, Meg.

-No me gusta el cambio.

-A veces nos sienta bien.

-A mi me da indigestión.

-¿Qué...?-Rió-. No, Meg, yo no lo decía literal.

-Yo tampoco.-Me crucé de brazos.

-Si quieres nos vamos-dijo suavemente.

-¿Estás loco?-le dije-. ¿Y todo el tiempo que estuvimos aquí esperando, no vale?

-Bueno, yo lo digo porque-No, Chase, tú no dices nada.

-¿Te pasa algo?-Preguntó preocupado-. ¿Estás bien?

-Perfectamente-dije con sarcasmo-. Partiendo del hecho de que llevo una hora en una heladería y no me he comido un helado.

-Pero si ya faltan dos turnos, Meg.

-Eso me lo dijiste hace una hora.

-Sí. Justamente cuando te fuiste al baño-me dijo.

-Tenía que hacer mis necesidades.-Me encogí de hombros.

-¿Justamente cuando yo estaba en el baño también?-Preguntó escéptico.

-¿Por qué tienes que ser tan racional, Chase?

-No se trata de ser racional-explicó-. Yo creo que es obvio. Si te digo que voy al baño, ¿no podías esperar a que regresara para yo tomar tu puesto?

-Cállate, Chase-le dije-. Cállate.

-Siguiente-dijo el Caracol que atendía la heladería, o debo decir la chica lenteja.

Cuando nos dispusimos a seguir, una chica sé nos adelantó. ¡Ni si quiera estaba haciendo la cola!

-Un helado de Browne, por favor-le dijo a la lenteja.

Oh, no. Por el poder que me otorga la vida, ¡Chloe Adams, conviértete en Megan Fox, ja!

-A mi también me da uno de Browne y uno de macadamia, por favor-le dije con amabilidad.

-Me temo que ese era el último helado de Browne que teníamos, señorita.-Me miró esperando una respuesta-. ¿Desea otro sabor?

¿Cinco horas esperando un jodido helado para que se lo lleve la zopenca que se metió? Sientan mi furia.

-Señorita, me temo que ese helado me pertenece-le dije a la lenteja.

-Le digo que ya no hay más-repitió.

-Meg, déjalo.-Chase intentó calmarme.

-Maximiliano Joaquín me esperaba a mí-espeté entre dientes.

-¿Cuánto le debo, señorita?-Dijo la ladrona de Maximiliano.

-Nada-respondí yo por ella.

-¿Cómo que nada?-Ahora la descarada me miraba.

-Porque ese helado es mío, por lo tanto lo pago yo.-Le miré amenazante.

-Qué pena, pero yo lo pedí primero.-Sonrió falsamente.

Perra.

-¿Así? ¿No será porque te metiste, tramposa de mierda?

-¿A quién le dices tramposa de mierda?-Preguntó ofendida.

GROSERO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora