Capítulo 15

21.5K 1.2K 146
                                    

-¿Cuál prefieres? ¿Rosas o blancas?

-Blancas-. Dije. Odio el rosa. Siento que es un poco feminista que ese sea el único color que defina el género femenino, ¿qué hay de los otros?

-Vas a quedar hermosa-. Dijo el ovni o el alíen de la vez pasada-. Pero, no llores, princesa; sé qué estas emocionada. ¿Quién no? ¡Es tu gran día!

Y apenas dijo eso, más lágrimas salieron; una tras otras; veloces y lentas; suaves y ásperas; dulces y amargas...

Estaba a sólo unas horas de casarme con la gran bestia que en mi vida, había conocido.

¿Cómo llegué aquí? ¿Qué fue lo que pasó?

Qué fui una completa tonta.

¿Cómo?

Esto fue lo que pasó...

***

-¿Qué?-Antes de que pudiera si quiera besarme, me separé lo más lejos que pude de esa bestia.

-Estás corriendo peligro y no lo voy a permitir-. Sonrió.

-Llévame a mi casa-. Exigí.

-Ya he dado mi última-Le interrumpí-... Por favor. Necesito buscar algunas cosas-. Mentí.

-No me interrumpas cuando hablo. Y no necesitas nada de lo que tienes. Serás mi esposa-. Me intimidó con su mirada.

-Son importantes para mí. Por favor-. Casi le supliqué. Joder, cuanto odiaba tener que rogar. Esta me las pagas.

-Diez minutos-. Sentenció. Yo asentí como respuesta.

Con diez minutos era suficiente para buscar lo que necesitaba.

Llegamos a mi casa, él se bajó conmigo. ¡Por dios! ¡No me iba a escapar! No por ahora, claro.

-Cincuenta y nueve...-Soltó mirando el reloj. Yo lo miré confundida.

-Cincuenta y ocho...-Después de la segunda vez que lo dijo, capté y me apresuré a buscar lo que necesitaba.

Tomé lo más importante y lo escondí en la mochila que iba a llevar conmigo.

Ojalá que Chase me ayude en esto.

Cuando bajé las escaleras, él estaba mirando su brillante reloj; supongo que esperando que yo terminase de empacar.

-Vaya, te quedaba un minuto. Excelente-. Rodé los ojos mentalmente.

Estúpido.

-Lindo reloj, ¿eh?-Le halagué.

-Es MUY especial-. Respondió sonriendo y mirando a su reloj súper especial.

-¿Qué tiene de especial?-Pregunté curiosa, una vez que ya estábamos en el auto.

-Algún día lo sabrás. Claro, si tengo que usarlo contigo-. Me guiñó un ojo. ¿Qué quería decir con eso?

Me estremecí. Ya ni quiero saberlo.

-¿Hablaste con mis padres?-Pregunté.

-¿Qué crees?-Preguntó escéptico.

-Pues, no sé, wey. Por algo te pregunté-. Me encogí de hombros. El rió, pero su risa era superficial, lo que me aterraba hasta el culo.

-Cada falta me las vas a pagar una a una. Y no te imaginas cómo-. Volvió a guiñar un ojo.

Estoy segura que ese maldito tiene un tic en ese ojo.

GROSERO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora