49. Desayuno con sorpresa

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LENA

Otro día más despertándome con el aroma floral que se colaba por la ventana, procedente del jardín de Damiano.

Sentí una brisa entrando por la ventana abierta y en ese momento extrañé el calor cerca de mi cuerpo. Estiré la mano aun con los ojos cerrados y comencé a palpar la cama en busca de su cuerpo, pero no había rastro de él.

— ¿Damiano? — pregunté abriendo los ojos e incorporándome en la cama.

Nada, lo único que obtuve como respuesta fue un silencio sepulcral.

Me quité las sábanas de encima y me levanté para buscarlo. Mire por los cuartos, baje las escaleras, mire en el salón, en la cocina, en el jardín... había desaparecido. Lo llamé y tampoco me cogió el teléfono, así que después de preocuparme un poco, decidí calmarme.

Me apetecía despejarme así que me vestí con algo cómodo, cogí unas llaves de repuesto que había en una cómoda al lado de la puerta, y salí a dar una vuelta. A pesar de estar a finales de julio, el cielo estaba nublado y hacía un poco de frío. Era uno de esos días de verano que te van indicando que la estación presente va a acabarse y en poco más de un mes va a dar paso a la siguiente.

No era una buena idea irme muy lejos porque tampoco conocía mucho la zona, así que después de dar un paseo por los caminos de césped que había cerca de la casa, se me ocurrió ir a comprar el desayuno y así darle una sorpresa a Damiano cuando llegase de donde sea que estuviese.

Recordaba el camino hacia la cafetería donde desayunamos el día anterior, vi que se podía pedir el desayuno para llevar así que me parecía una buena idea.

El sitio estaba lleno y tuve que esquivar todas las mesas para poder llegar a la puerta, pero en el camino algo me detuvo. Escuche una risa, para ser concretos, su risa.

Me giré y efectivamente era Damiano, pero no estaba solo. Una chica estaba sentada con él. Tenía el pelo corto negro, estaba llena de tatuajes y sus labios pintados de rojo intenso llamaron mi atención.

Ella había tenido que decir algo muy gracioso para que él soltase aquella carcajada.

— Quando riceverò il pagamento, ti farò un bonifico con la metà. — dijo la chica mientras cogía su chaqueta de la silla de al lado y se levantaba. — Sono contento che tu stia bene. — añadió con una sonrisa.

— Somo anche contento che tu stia bene. — dijo Damiano sonriéndole mientras se quedaba sentada en su sitio.

La chica abrió la boca con claras intenciones de despedirse, pero se dio cuenta de mi presencia y sus ojos viajaron hasta donde yo estaba. Damiano se dio cuenta de esto y se giró para ver a donde miraba la chica.

Sus ojos brillaron al verme y una sonrisa se formó en su rostro. Se levantó rápidamente y vino hacía para dejar un beso corto en mis labios. No estaba entendiendo nada, no se le veía preocupado porque lo hubiese encontrado en aquella situación.

— ¿Qué haces aquí nena? Te he dicho que no iba a tardar. — dijo con una sonrisa acariciándome la mejilla.

— ¿Qué? Tú a mí no me has dicho nada...

— Ven te voy a presentar. — dijo Damiano cortando mi frase y tirando de mi mano para acercarme a la chica.

— Giorgia, questa è Lena. — le dijo a aquella chica a modo de lo que supuse que fue una presentación. — Lena ella es Giorgia. — añadió sonriente.

Vale, pero... ¿Quién cojones era Giorgia? — no estaba entendiendo nada.

— Oh, es un gusto conocerte. — dijo con dificultad en español, pero con un claro acento italiano.

𝕀ℕ𝕋ℝ𝔼ℂℂ𝕀𝔸𝕋𝔼 •Damiano David•Där berättelser lever. Upptäck nu