45. Pisando la bota

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LENA

El sonido de la alarma me hizo despertar de forma sobresaltada. Me deslicé un poco entre las sábanas e intenté estirarme como todas las mañanas. Pero olvidé que no era una mañana como el resto y algo me impedía estirarme.

El brazo de Damiano estaba rodeando mi cintura, dejándome inmovilizada bajo su agarre y pegándome a su torso desnudo.

Parecía que el sonido estridente de la alarma no había hecho efecto en él y seguía durmiendo plácidamente. Se veía increíblemente guapo hasta durmiendo. Tenía el cabello un poco despeinado y la boca un poco entreabierta.

No pude evitar perderme en su delicado rostro. Me quedé admirando las vistas, analizando cada parte de su cara, mientras era consciente de la situación en la que me encontraba. Quien me iba a decir a mí antes de ir a Eurovisión, que iba a conocer a un italiano que me volvería loca. Y ahí estábamos, unos meses después, durmiendo juntos en mi cama.

Disfruté unos instantes de la sensación de la agradable sensación de estar entre sus brazos, tan cerca de él que su aroma inundaba mis fosas nasales. Pero como no contábamos con mucho tiempo tenía que despertarlo para irnos.

— Damiano...— dije suavemente mientras acariciaba su rostro, aunque no dio mucho resultado. — Damiano tenemos que irnos.

Él se removió un poco y apretó aún más el agarre en mi cintura, pero no terminaba de despertarse.

— Damiano vamos a llegar tarde.

Nada, no se movía ni tenía intención de hacerlo a pesar de que estaba medio dormido y por lo tanto sabía que me estaba escuchando, así que era el momento de utilizar mis armas.

— Damiano si no te despiertas no voy a Italia. — dije en tono divertido.

Él automáticamente abrió un ojo mientras sonreía traviesamente.

— ¿Así me vas a dar los buenos días?

— Vamos a tener tiempo de darnos los buenos días de mil formas diferentes. — añadí antes de darle un corto beso y liberarme de su agarre.

Mientras él se vestía yo comencé a hacer las maletas sin saber muy bien que meter. Al final tuve que preguntarle para asegurarme.

— ¿Qué meto en la maleta? — le dije mientras él salía del baño.

— Pues un poco de todo porque vamos a hacer de todo. — respondió sonriendo traviesamente. Mete ropa de verano, de fiesta, bikinis y algo de abrigo por si acaso.

No tuve otra opción así que metí lo que me dijo. Con su ayuda terminé de hacer la maleta en un momento, aunque he de decir que metí las cosas de una forma no muy organizada.

Él esperó a que yo me terminase de vestir y después de bajar las maletas y dejarlas al lado de la puerta, salimos al jardín a desayunar. Hicimos unas cuantas tostadas, zumos, café...

Damiano se quedó mirándome de forma pensativa mientras yo le daba un bocado a mi tostada de mermelada con mantequilla.

— ¿Qué te pasa?

— Nada. — contestó dando un sorbo a su zumo. — Parece un sueño todo lo que estamos viviendo. Jamás me imaginé que vendría a buscarte para llevarte a conocer mi país.

— Yo tampoco esperaba que fuese a pasar todo esto, pero creo que las mejores cosas suceden así, cuando uno menos se lo espera. — dije sonriendo antes de terminar el último bocado de mi desayuno.

Damiano llamó a un taxi para que nos llevase al aeropuerto y mientras que este llegaba, terminamos de recoger el desayuno y de guardar algunas cosas que me hacían falta para el viaje.

𝕀ℕ𝕋ℝ𝔼ℂℂ𝕀𝔸𝕋𝔼 •Damiano David•Where stories live. Discover now