38. Tulipanes blancos

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LENA

Terminamos de hablar y después de quitarnos el uno al otro las lágrimas. Fuimos a buscar al resto de nuestros amigos al restaurante. No habíamos sido conscientes de todo el tiempo que habíamos pasado hablando, pero así es el tiempo. Cuando estás cómoda con una persona, parece que el tiempo se para cuando en realidad los minutos del reloj siguen corriendo.

Salimos del ascensor y nuestros amigos no estaban en la recepción. No nos extrañó porque estaba claro que se habían cansado de esperar.

— Estarán ya dentro. — dije para ir a buscarlos dentro.

Tom me cedió el paso por la puerta del restaurante como ya pensamos, al entrar vimos a nuestros amigos sentados en una mesa.

— ¿Dónde os habéis metido? — preguntó Olivia con un tono preocupado en su voz. — Te he llamado mil veces Lena.

— Instintivamente llevé mi mano a mis bolsillos en busca del móvil y al no encontrarlo supe que me lo había dejado en la habitación. Después iría a por él.

— Estábamos buscando mi cartera, ayer me la dejé en vuestro cuarto y no aparecía. — dijo Tom pensando rápidamente, quitándome así el peso de encima de tener que contestar yo.

Ninguno de nuestros amigos hizo ninguna pregunta más al respecto y empezamos a disfrutar de nuestro desayuno.

— ¡Hombre...! A vosotros os estaba buscando yo. — dijo Marcel acercándose a nuestra mesa con un montón de papeles en la mano.

— ¿Qué pasa? Se te ve acelerado. — le dije al ver que venía casi corriendo.

— Tenemos que hablar chicos. No os preocupéis, no es nada malo, pero tenemos que reunirnos. Os veo en media hora en la habitación 4 de la primera planta. El hotel nos ha dejado la sala para poder reunirnos. — dijo antes de marcharse de nuevo rápidamente.

— Se le ve preocupado. — opinó Jorge cuando Marcel se fue.

— No creo que pase nada, estará liado con todo lo que hay que preparar ahora. — añadió Yago.

Terminamos de desayunar rápidamente para llegar a tiempo a la reunión. Después de unos minutos perdidos buscando la sala, conseguimos encontrarla y Marcel ya nos estaba esperando sentado en el extremo de una gran mesa.

— Sentaos chicos. — dijo Marcel invitándonos a ponernos cómodos.

Nos sentamos en los huecos libres y le di un trago a la botella de agua que tenía delante para mí.

— A ver tengo una mala noticia y una buena. ¿Por dónde empiezo? — preguntó Marcel confundiéndonos a todos.

— Por la mala. — contestamos todos al unísono sin pensarlo.

— Bien, el vuelo de vuelta a España estaba previsto para el sábado. Ha habido un problema con la aerolínea y se han cancelado todos los vuelos del fin de semana así que tenemos que volver un día antes y nuestro vuelo saldría el viernes por la mañana.

Se produjo un leve silencio mientras analizábamos la noticia, pero respiramos tranquilamente al ver que no era tan malo.

— Bueno, no pasa nada. Es solo un día de diferencia. — dije para tranquilizar a Marcel. Él era una persona muy perfeccionista y cuando algo se salía de sus planes solía enfadarse.

Todos opinaron igual que yo, realmente no nos importaba. En un día no da tiempo de hacer mucho más, y ya teníamos ganas de volver y ver a nuestras familias.

— ¿Y cuál es la buena? — preguntó Tomás haciéndonos recordar a los demás que también había una buena noticia.

— Bueno, no os la voy a contar exactamente hasta que lleguemos a España, pero es un nuevo proyecto que os incumbe a todos y que creo que os va a encantar.

𝕀ℕ𝕋ℝ𝔼ℂℂ𝕀𝔸𝕋𝔼 •Damiano David•Où les histoires vivent. Découvrez maintenant