35. Ese cosquilleo

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LENA

Apenas tardé unos segundos en salir del baño y el panorama en la habitación había cambiado. Se notaba que ya estaban cansados y se habían venido abajo. África estaba ya dormida en su cama. Yago estaba en la cama de Oli y entre los dos estaban poniendo la película, y mi cama había sido ocupada por Jorge y Tomás.

— ¿Os importaría dejarme un hueco en mi cama? — dije riendo, haciendo énfasis en la palabra "mi".

— Por supuesto señorita. — dijo Jorge mientras ambos se separaban hacia las esquinas de la cama. Tomas dio unos pequeños golpecitos en la cama indicándome el pequeño hueco que me habían dejado entre los dos.

Tuve que trepar por encima de Jorge para llegar a mi sitio y debido a que la cama no era muy grande estábamos los tres muy pegados. Suerte que hacía un poco de frío y eso no suponía un problema.

— Mira que hay camas eh...— dije para reírme de la graciosa situación al vernos a los tres apretados.

— Pero la tuya es mejor. — dijo Tomás sonriendo.

— África está sola en una cama. — añadí riendo para hacerles ver que yo tenía razón.

— Ya, pero áfrica da patadas durmiendo y no tiene muy buen despertar. No es una buena idea molestarla. — dijo Tomás riendo.

— Además, son unos aburridos, nuestra cama es mejor. — añadió Jorge.

La verdad es que tenía razón, en ese momento éramos el alma de la fiesta, si a eso se le podía seguir llamando fiesta.

— Shh, callaros ya que no me entero. — dijo Olivia apagando las luces cuando comenzó la película, dejando así que solo los reflejos de la tele iluminasen la habitación.

Para mi sorpresa habían puesto una película de miedo, y digo para mi sorpresa porque solo a Tomás y a mí nos gustaban ese tipo de películas.

Se notaba que no era el género favorito de mis amigos, porque al poco tiempo Olivia y Yago también se quedaron dormidos. Solo quedábamos despiertos, Jorge, Tomás y yo.

La película se estaba poniendo cada vez más interesante y en un momento, Jorge se asustó dando un grito ahogado que por poco despierta a los demás. Su interés por la película disminuyo a medida que las escenas se volvían más oscuras y la banda sonora de la película se volvía cada vez más dulce provocando que él fuese el siguiente en caer dormido dejándonos así solo despiertos a Tomás y a mí.

Jorge se acurrucó en su esquina de la cama dejándonos más espacio a Tomás y a mí, así que tuvo su lado positivo.

— Hoy no vas a poder dormir con la película enana. — dijo Tomás susurrando para no despertar a los demás, aunque en realidad estábamos tan apretados que podría haberle entendido leyéndole los labios.

— ¿Y por qué no voy a poder dormir? — dije desafiante.

— Porque tienes miedo. — dijo Tomás con su característica sonrisa de lado.

— Yo no tengo miedo nunca y lo sabes, a lo mejor eres tú el que tiene miedo. — dije divertida girando mi rostro un poco a la derecha para mirarle a los ojos de frente.

— Nunca tengo miedo. — dijo mirándome sin apartar su sonrisa. — Hazme cosquillitas anda así se te pasa el miedo. — dijo riendo.

— Házmelas tú a mí. — le respondí divertida entrando en un juego de ver quien cedía antes que el otro.

— Venga va, los dos. — dijo Tomás para que ambos saliéramos ganando.

— Vale. — dije sonriendo victoriosa al igual que él al ver que los dos nos habíamos salido con la nuestra.

𝕀ℕ𝕋ℝ𝔼ℂℂ𝕀𝔸𝕋𝔼 •Damiano David•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora