Capítulo 10 - La batalla entre ideologías

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—¡Ya lo tienes Frieda, cómetelo! —le ordenó Rod—. ¡Es imposible que un titán pueda ganar al inigualable Fundador!

Frieda lo contempló, detenida, a Eren. Me da pena, se dijo Frieda. Pero nadie debe alterar el orden dentro de los muros. Me comeré a este titán y luego convenceré a mi padre de que deje a Historia. Ella no nos creará problemas. Frieda miró un momento a su familia y devolvió la mirada a Eren. Su titán había perdido el brazo izquierdo y tenía muchos rasguños en su cuerpo, su cabeza casi inexistente y sangrando.

—Siento que no seas capaz de entenderlo, pero los eldianos debemos perecer por lo que hicimos en el pasado —le dijo Frieda—. No quería llegar hasta este punto, pero seré yo quien gane la batalla.

Eren seguía tumbado en el suelo, parecía inconsciente. El Titán Fundador de Frieda se acercó al cuello de Eren, preparada para comérselo. Frieda lo volteó cuidadosamente y cuando acercó su mano al cuello de Eren, este se sobresaltó y con su brazo derecho, agarró uno de los trozos cristalizados que se habían desprendido de la columna. Frieda se había relajado y había bajado la guardia, y no previó el ataque de Eren. Él se giró lo suficiente para observar su rostro y le embistió el pedrusco puntiagudo en el ojo derecho de Frieda. Pese a su cansancio, gastó sus últimas fuerzas en clavarle esa misma piedra afilada en el otro ojo; el mineral cayó al suelo. Frieda se levantó, asustada. Se tambaleó de un lugar para otro como si no tuviera equilibrio: no lograba ver nada. Frieda intentó torpe propinar algunos ataques, pero no acertaba. Eren se levantó, más tranquilo.

—¡A tu derecha Frieda! —le indicó Rod.

Frieda movía sus brazos para intentar golpearlo. Sin embargo, no tenían éxito, la pérdida de vista comportó una grave preocupación para ella. Eren se acercó por detrás y la lanzó al suelo con su único brazo. Cogió de nuevo el trozo punzante, que se encontraba a su alcance, y le cortó los brazos. La piedra estaba hecha de un material muy robusto capaz de atravesar la piel de un titán, y lo aprovechó. Frieda permanecía en el suelo, bocarriba, sin brazos, sin ojos: no podía atacar a Eren. La giró y sacó a Frieda de su escondite con su mano derecha. 

Una vez la tuvo en la mano, le aplastó sus piernas y brazos humanos, para evitar problemas: así no se podría transformar de nuevo en titán. Frieda lloraba. Lo siento, papá. Creía que sería capaz de devorarlo, pero hasta en estas ocasiones soy una persona amable y gentil. No he sido lo suficientemente madura para darme cuenta de la situación, ahora por mi culpa el mundo volverá a ser un infierno, lo siento... Eren se la introdujo en su boca y la masticó, y se la tragó. Eren se volvió hacia los Reiss, aún en titán.

—Frieda... maldito niño bastardo —dijo Rod—, ¡por tu culpa este mundo volverá a ser un infierno para todos! Debía ser yo quien heredara el Titán Fundador. ¡Por tu maldita amabilidad, Frieda, ahora el mundo está en apuros!

Rod sacó la jeringuilla que guardaba en su bata y se la comenzó a introducir en el brazo.

—Debo convertirme en titán y devorarte, esa es la única solu...

Eren velozmente lo aplastó. Delante de él quedaron sus cuatro hermanos y su madre. Eren sintió un poco de lástima, pero para tener éxito, también debía deshacerse de ellos.


Historia estaba sentada fuera, en la oscuridad. Su mirada estaba perdida, aunque frecuentemente la devolvía a la capilla, curiosa por lo que sucedía. Hacía pocos minutos escuchó unos temblores provenientes del subterráneo, pero no sabía a ciencia cierta cómo había acabado el asunto. No hasta que vio a Eren salir por la puerta de la capilla. Historia lloró, sus ojos estaban empapados. Ella, al verle la cara a Eren, supo descifrar cómo se desarrollaron los acontecimientos. Eren anduvo hacia ella, lento.

Shingeki No Kyojin: Sin la CaidaWhere stories live. Discover now