20: "Lo que no te dicen sobre ser fuerte".

15.3K 1.3K 524
                                    

María me observó desde el extremo de la mesa, llevando un pedazo de pastel a su boca. Entornó sus ojos hacia mí con esa rara expresión, que si no fuera porque la conocía me habría asustado.

—¿Qué? —espeté, juntando el entrecejo.

—Te ves diferente —musitó, escudriñándome.

—¿Diferente? ¿Es algo malo? —Llevé las manos a mi cara, con la impresión de que el labial se hubiese corrido.

En la mañana me había despertado después de un suelo conciliador -la noche había sido tan perfecta que me permitió descansar-, y me ocupé exclusivamente de arreglarme para ir al trabajo después de visitar a Javier.

—Las ojeras se te notan y tiene ese brillo típico de película romántica.

¿Qué acababa de decir? ¿Brillo típico de película?

—María, ¿brillo típico de película? ¿Qué se supone que es eso? —dije divertida.

Ella bufó.

—Ese que tiene la protagonista cuando vuelve a encontrarse con su amor de colegio, o en tu caso universidad, y florece el amor. Es tan romántico...—suspiró, apoyando el codo de la mesa y su cabeza de la mano—. ¿No has visto The notebook?

Negué con la cabeza, pues estaba desayunando y no hablaría con la boca llena.

—Que poca cultura —refutó, fingiendo estar ofendida—. Es sobre dos jóvenes que son novios, y se reencuentran años después de separarse. En eso se dan cuenta de que no se han olvidado y aunque hayan seguido con sus vidas nada se comparó a lo que tuvieron. Incluso él le escribió cartas, ella no las recibió por supuesto, y creyo que la habia olvidad, pero cuando las leyó se dio cuenta que él no no era cierto.

—Cosas que solo suceden en las películas.

—Sí, lamentablemente. Dudo que haya alguien que haga algo como eso, y si existe debe ser una especie de tesoro en el fondo del mar.

Es que, siendo realistas, las probabilidades de que existiera alguien como el protagonista de The notebook eran bajas. ¿Había alguien capaz de escribirle tantas cartas a una chica que ya no era su pareja?

—Joder, este fin de semana se suponía que iríamos a ver tu vestido de novia —recordé, cerrando los ojos en medio de una mueca.

—Eso es lo que menos me interesa ahorita, Jaz. Hasta que Javier no esté bien no pienso seguir con los arreglos de la boda. Y si tengo que posponerla diez años lo haré sin problema, Francesco y yo lo hablamos y estuvo de acuerdo —explicó.

La abracé, descansado mi cara en su hombro. Pronto sentimos como otra persona se unía a nosotras. Isaac.

—¿Por qué nos estamos abrazando? —quiso saber, afianzando su agarre a tal punto de aplastarnos.

—Hablábamos de que seremos los padrinos de la boda de María y deberás usar un traje color naranja chillón —bromeé.

—No me pondré nada extravagante, primer y único aviso. Sé que Melissa podrá casarse disfrazada de Cruella de Vil, pero eso no va conmigo.

Le di un manotazo.

—Ahora le acabas de dar una idea —lo regañé, burlona.

María se carcajeó.

—Tengo una duda. ¿Cuándo te cases te irás a vivir con Francesco? —inquirió Isaac, ansioso por saberlo.

—Sí, bueno, durante unos pocos meses, sabes que después me iré a Nueva York —respondió.

Las cartas de Dante © Where stories live. Discover now