Capítulo 8

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           ¡¿QUÉ TE DIO UN QUE!?...

Me quedé dormida junto al celular un par de horas después de la charla con Nick. Para ser sincera jamás pensé que podría sentirme tan aliviada luego de una conversación tan simple, pero, sin embargo sus palabras me calmaron tanto que fui capaz de dormirme al compás de ellas.

Al despertar me esperaba ver la radiante luz matutina, aunque para mi sorpresa me encontré a oscuras en el apartamento. Me levanté y di unos cuantos pasos hasta alcanzar la llave de la luz y prenderla. El ambiente familiar me hizo entrecerrar los ojos y dirigirme al ventanal, allí vi que la luna estaba en el medio de los altos edificios y el tráfico no cometía sus ruidos habituales. Me dirigí de nuevo al sillón agarrando un pedazo de tarta de verduras que había cocinado el día anterior. Tomé mi celular y me estremecí al tacto de este, estaba hirviendo y prendido marcando las tres de la mañana. El rostro de Nick apareció en la pantalla, llevaba el pelo castaño despeinado y sus típicos lentes redondos. Ese uniforme familiar llamó mi atención, distinguí que me encontraba de nuevo escondida en el cajón de su instituto. Largué una risilla y en ese momento sus ojos se desviaron al celular, sonrió al verme y observé como levantaba su brazo exclamando algo en voz alta; supuse que se silenció en el momento cuando me había quedado dormida.

La pantalla quedó en negro por unos largos segundos hasta que una imagen nítida de una sala blanca apareció frente a mis ojos, Nick apareció un instante después sacando él mute a su micrófono.

— ¿Qué haces despierta, Stalker?— preguntó con un tono molesto mientras se cruzaba de brazos.

Fruncí el ceño ante su reacción mientras acomodé mi celular en la mesa ratona.

Señalé el pedazo de tarta con mi mano libre —Tenía hambre "papá" relájate un poco— respondí dando un bocado.

Mi chiste no cambió su expresión, como respuesta solo escuché un respiro.

— Vuelve a dormir, son las tres de la mañana y luego te quieres matar en el trabajo— ordenó.

Tenía bastante sentido lo que decía en ese momento y en parte sabía que tenía razón, pero ya no era capaz de pegar un ojo. Terminé de tragar el último pedazo de mi tarta mientras maquinaba mi respuesta.

— Solo quédate conmigo unos minutos más mientras proceso la comida— supliqué con mi mejor cara de perro mojado.

Su expresión cambió a una más suave y se mordió el labio inferior para ocultar la sonrisa.

— Púdrete— masculló derrotado.

Nos quedamos un par de horas hablando un poco de todo, el sol en el ventanal comenzaba a saludar y Nick tenía que inventar una excusa en cada clase para escaparse e ir charlando conmigo cada veinte minutos. Las últimas semanas fueron en las que me sentí más acompañada en mucho tiempo, obvio que mis padres, Timbó y Jane siempre se encargaron de hacerme compañía, pero Nick era... Nick.

Mi mente ni siquiera sabía cómo procesar el hecho de que en tan solo unas semanas este chico me conociera mejor que mis padres. Ellos aún esperaban mi respuesta respecto de la ida a Francia y tampoco sabía qué decidir respecto a eso, jamás me había planteado ir a un lugar social fuera de lo que es la mansión de mis padres y mi empresa. Ese tema me daba un gran dolor de cabeza, es decir, era fan de las salidas al aire libre y gastar tiempo afuera, pero solamente con mi compañía. Una parte de mí se sentía muy curiosa a lo que sería asistir a un evento al cual iban muchos famosos e interactuar con ellos, pero a la otra esa idea la aterrorizaba.

El reloj comenzaba a marcar mi hora límite para bañarme y marchar a la tortura de mi trabajo, así que me despedí de Nick diciéndole que lo llamaría apenas tuviera la oportunidad. El sol comenzaba a asomarse tímidamente entre las nubes grises que venían camino a cubrirlo. Ya en el baño, coloqué mi camisa y pantalón en la baranda. Me sumergí en el agua caliente y me relajaba cada vez que las gotas chocaban con mi espalda, me despejaba un poco del sueño, aunque las gotas no borraron mis ojeras de mapache. Al salir ya vestida del baño, les rasqué las orejas a Timbó y comencé a recoger mis cosas antes de salir camino a la empresa. De repente, todo queda oscuro, lo único que se ve es el reflejo de la tenue luz del sol que entraba por el ventanal, los apagones eran la cosa más habitual aquí. Con cuidado de no tropezarme con nada, caminé a la salida y encendí mis datos móviles, no pasaron muchos segundos hasta que recibí un mensaje de mi mamá:

Con tu AusenciaΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα