XXXIV

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Sus manos se apretaron al ver la mancha de té que se encontraba a un lado de ella, recordando la famosa historia del té y los ladrones que rondaba en las bocas de los alumnos hace ya tantos años.

Sus ojos se separaron del suelo y pasaron por cada lugar de la librería. No era como la recordaba, estaba un poco más descuidada, probablemente porque una mujer de la tercera edad no podía limpiar todo el lugar sola.

La mujer se le quedó mirando, impresionada de lo grande que se encontraba la chica, se había vuelto más hermosa. No la había visto hace años desde lo que ocurrió, pero al verla ahí, no pudo evitar sentir lástima.

Ambas se encontraban sentadas en una de las mesas en donde los clientes solían venir a sentarse para leer cualquier libro de la tienda. Al ambiente era tenso.

Jae estaba recordando todo lo que había pasado, hace tiempo que no lo recordaba y el hacerlo en se momento la desconcertó un poco.

—Todavía veo su sangre en mis manos—Jae rompió el silencio y se sorprendió un poco por lo crudo que sonaron sus palabras.

La mujer apretó las manos en su regazo, sabía que tocarían el tema, pero en el fondo de su viejo y roto corazón no quería hacerlo. Suspiró antes de hablar.

—Superar es complicado, soltar aquellas cosas o personas que nos hicieron sentir como en casa y experimentar esa felicidad momentánea que constantemente deseábamos que durara unos momentos más; así que no te presiones en olvidar, date tiempo, ten paciencia y compréndete a ti misma. Sanar es todo un proceso en el cual crecemos y aprendemos numerosas lecciones, no te apresures a cerrar esas heridas, porque el obligarte a dejar de sentirte triste te va a carcomer el alma.

Jae apretó sus manos aun más.

—Dije que lo recordaba todo, no que estaba triste—su voz sonó áspera y la mujer frunció el ceño, sorprendida de la reacción de la chica. Jae no estaba triste, estaba molesta— él me terminó de arruinar la vida, nosotros no le importamos e hizo con nosotros lo que se le dio la gana. Confiamos en él, y nos engañó, incluso a ti, incluso a su madre, incluso a su hermano, incluso a Hansuke. Jugó conmigo y después casi me mata— se levantó de golpe, con su respiración entrecortada y su corazón latiendo rápidamente.

Estaba realmente enfadada.

Necesitaba aire fresco, necesitaba ir con Kousuke, lo había dejado solo y tenía que cuidarlo, no podía seguir más en esa librería.

—¡Jae!—exclamó la mujer y le tomó rápidamente la muñeca, evitando que saliera—¿Qué pasó entre ustedes dos? ¿A que te refieres? ¿Qué los engañó? ¿Qué te intentó matar? ¿Qué hizo mi nieto?—las lágrimas salían por los ojos de la mujer, no entendía nada de lo que le dijo la chica.

Jae reaccionó y cerró los ojos. Había olvidado que ella no sabía lo que en verdad había pasado, pero tampoco le podía revelar la verdad ahora. Porque si lo hacía, probablemente su viejo y roto corazón no soportaría el dolor.

Solo habían cinco personas que sabían la verdad, incluyéndola. Y esa verdad se iría con ellos cinco a la tumba.

—Olvida lo que dije—trató de calmarse—sabes que cuando me enojo digo cosas sin pensarlas antes. Solo estoy molesta conmigo, él no hizo nada de lo que tengas que preocuparte—mintió—trataré de venir más seguido, lo prometo.

Y sin más, salió del lugar, caminando rápidamente hacia su residencia.

• • •

Cuando volvió a su habitación, Kousuke seguía durmiendo, así que aprovechó para tomarle la temperatura. Por suerte, ya no tenía fiebre.

GLAMOUR © [Kousuke Hirahara] 𠅤Where stories live. Discover now