XXXI

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Kousuke era un sin vergüenza.

—Estoy esperando a que me contradigas—dijo ella, haciendo un mohín—¿o es qué acaso quieres ir a mi casa?—preguntó esta vez con la boca entre abierta.

Kousuke no respondió y se acomodó un poco más contra la ventana. El castaño sintió la mirada penetrante de la chica y se puso inquieto, entonces le dijo que iba a vomitar y ella arrancó de una vez, olvidando completamente el tema.

Salieron de la empresa y Jae condujo directo hasta su residencia ya que no tenía que pasar por la farmacia porque ya tenía medicina en su habitación.

La chica manejaba lo más seguro que podía, estaba pendiente de la distancia de los carros para que no se pegaran demasiado. Tenía alto miedo de que le pasara algo a ese carro que valía más que cinco casas juntas.

Giró el volante hacia la izquierda y ya habían llegado. Estacionó el vehículo lo más lento y seguro que pudo hasta que por fin quedó en la posición que ella quería. El carro se apagó de inmediato, lo cual la sorprendió pero luego lo ignoró al recordar a Kousuke. Bajó del carro, dio la vuelta y llegó hasta la puerta del castaño, quien seguía temblando con los labios morados y los cachetes rojos debido a la fiebre.

—Venga—dijo la chica agachándose a su altura y Kousuke enrolló sus brazos en el cuello de Jae. La chica lo sacó del vehículo suavemente y luego lo subió hasta que ya no sintió molestia en su espalda, se giró y cerró la puerta.

—¿Estás bien?—preguntó la chica mirándolo de reojo y luego se tranquilizó al sentir que él asintió.

Sus pies caminaron arrastrándose hasta las escaleras por el esfuerzo que estaba haciendo. Subió el primer escalón y maldijo internamente al constructor del edificio por no haber puesto un maldito ascensor en los planos. Terminó de subir con el corazón latiéndole a mil y con una pequeña gota de sudor cayendo por su sien.

Kousuke ya se había quedado dormido en su cuello para cuando abrió la puerta del apartamento.

La chica, con una habilidad que quien sabe como sacó, logró sacar las llaves de su bolsillo trasero y en ese mismo instante recordó que había dejado la mayoría de sus cosas en la oficina. Se quejó internamente y luego procedió a meter las llaves en la cerradura haciendo un esfuerzo visual porque no veía absolutamente nada. Se giró un poco y alzó la mano como pudo, pues con esa estaba sosteniendo la pierna del castaño y tocó la cerradura para luego memorizar en donde estaba la apertura, luego metió la llave y la giró.

La puerta se abrió sola con ayuda del viento que venía del balcón. Jae ladeó la cabeza confundida al ver su puerta abierta, así que camino hasta la habitación de Shin-ae, la habitación al no estar cerrada le permitió pasar fácilmente, dejando en claro que la castaña no se encontraba allí.

Jae se adentro más en la habitación, mirando cada esquina en busca de su amiga, pero no había nadie. Preocupada soltó a Kousuke sin darse cuenta y este cayó en la cama de la castaña, abriendo los ojos de par en par, metiéndose el mayor susto de la vida.

Jae caminó a pasos fuertes hacia la cocina, llamando a la castaña, pero nadie respondía. Fue a los baños y nada. Volvió a la sala y prendió las luces, inspeccionando el lugar. Habían tazas de chocolate sin lavar encima del mesón y a su lado una nota.

La chica la agarró rápidamente y la leyó.

"Fui a visitar a papá, tal vez me quedé hablando con él y me duerma allí. No te preocupes.

Te quiero.

—Shin-ae."

GLAMOUR © [Kousuke Hirahara] 𠅤Where stories live. Discover now