|P R Ó L O G O|

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K A R A

Todo se movía en cámara lenta a mi alrededor y mis oídos solo eran capaces de captar el sonido de mi pesada respiración.

Me detuve frente a los casilleros y cerré los ojos, dejando escapar un largo suspiro antes de alzar mis temblorosos brazos y llevar mis manos hasta la cerradura del casillero, la cual tuve que forzar para después de unos cuantos intentos lograr abrir.

Retuve la respiración al abrir la pequeña puerta de metal y observé aturdida por unos minutos todo lo que se encontraba en su interior. Todo lo que alguna vez le perteneció a ella.

Parpadeé un par de veces al sentir mis ojos comenzar a arder debido a las lágrimas que amenazaban con salir. Sin más, comencé a rebuscar dentro de su casillero mientras sentía un gran nudo en mi garganta, el cual me impedía respirar con normalidad.

Mi mirada se desvió por unos segundos a las pegatinas de diversos colores y unas cuentas fotos recortadas de todos nosotros que decoraban el interior del casillero.

Me tragué mi tristeza, sorbí mi nariz y arranqué algunas de las fotografías, arrugándolas y metiéndolas a mi mochila.

Podía sentir las miradas de los demás sobre mí mientras yo continuaba rebuscando entre las cosas de Melissa, intentando rescatar algo que me hiciera recordarla. Solté un gruñido sintiéndome harta por las miradas, detuve abruptamente mis movimientos y les dediqué una mirada totalmente intimidante por encima de mi hombro a todas aquellas personas que me miraban altivamente.

Al ver que algunos de ellos apartaron la mirada, centré nuevamente mi atención en el interior del casillero. No había tiempo que perder, los padres de Melissa se presentarían en cualquier momento en la escuela para recoger las pertenencias de su fallecida hija, y yo no permitiría que se llevaran lo poco que me quedaba de ella.

Quizá sonaba y resultaba completamente tonto llevarme algunos de sus útiles escolares, pero en ese momento sentía que era lo último que me quedaba de ella.

Tomé una bocanada de aire antes de por fin cerrar la puerta del casillero, sintiendo mi corazón doler.

Limpié bruscamente una lágrima que amenazaba con deslizarse por el rabillo de mi ojo y acomodé la correa de mi mochila sobre mi hombro izquierdo.

—Es una verdadera lástima lo que le ocurrió.

Escuché hablar a una chica a tan solo unos metros detrás de mí.

Me tensé por completo al saber perfectamente de lo que hablaba y presté más atención a sus palabras.

—Se veía venir —respondió la voz altanera de otra chica. —Era una imperfecta. Solo era cuestión de tiempo antes de que alguno de ellos se matara.

—Lo sé, pero aun así nunca entenderé como alguien podría quitarse su propia vida —respondió la voz temblorosa de la primera chica.

—Todos ellos siempre han tenido serios y graves problemas mentales. Claramente están destinados al fracaso.

Mordí mi mejilla interna con fuerza, logrando que sangrara, y giré rápidamente sobre mis talones para encararlas.

Ambas se vieron visiblemente sorprendidas al observarme frente a ellas.

—Lamentamos mucho lo que le ocurrió a tu amiga —habló rápidamente la primera chica, una morena bajita—. Era una buena persona.

Apreté fuertemente mis puños a mis costados y entre cerré los ojos, dedicándoles una mirada fría antes de abrirme paso por en medio de ambas, chocando mis hombros con los de ellas al alejarme por el pasillo.

The Forever IMPERFECTS [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora