3.10 𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘥𝘪𝘦𝘻.

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—Me he enterado de algo.—Dijo Alice entre dientes y entrando a la habitación de Antonella.

—¿Qué?.—Antonella se acomodaba el saco del traje que traía puesto.

—Los neófitos en Seattle, están buscando a Bella.—Las manos de la pelirroja se detuvieron y miró a Alice a través del espejo.

—¿Qué te hace estar tan segura?.—La mente de Alice recorrió la última conversación que había tenido, y esa había sido con Bella;

"—Escúchame, ¿no lo ves? La irrupción en mi casa y el robo de mis cosas van emparejados a la creación de neófitos en Seattle.

La prenda se le escapó de entre los dedos y volvió a caer dentro de la caja. Alice se concentró ahora, con voz súbitamente aguda.

—¿Qué te hace pensar eso?

—¿Recuerdas lo que dijo Edward sobre usar las lagunas de tu presciencia para mantener fuera de tu vista a los neófitos? Y luego está lo que explicaste en su momento sobre una sincronización demasiado perfecta y el cuidado que había puesto el ladrón en no dejar pistas, como si supiera lo que eres capaz de ver. Creo que él usó esas lagunas. ¿Qué posibilidades hay de que actúen exactamente al mismo tiempo dos personas que saben lo bastante sobre ti para comportarse de ese modo? Ninguna. Es una persona. Es la misma persona. El organizador de ese ejército robó mi aroma.

Alice no estaba habituada a que la sorprendieran. Se quedó allí clavada e inmóvil durante tanto tiempo. No se movió durante dos minutos; luego, volvió a mirarla y repuso con voz ahogada:

—Tienes razón, claro que sí, y cuando se considera de ese modo...

—Edward se equivocó.—Dijo con un hilo de voz.—Era una prueba para saber si funcionaba. Aunque tú estuvieras vigilando, si era capaz de entrar y salir sin peligro, podría hacer lo que se le antojara, como, por ejemplo, intentar matarme... No se llevó mis cosas para demostrar que me había encontrado, las robó para tener mi efluvio y posibilitar que otros pudieran encontrarme.

Le miró sorprendida. Bella estaba en lo cierto y leyó en sus ojos que ella lo sabía.

—Ay, no.—Dijo articulando para que le leyera los labios."

Quizá sólo sea una coincidencia.—Antonella suspiró y se acomodó la falda de tubo negra.—No lo sabremos con exactitud hasta que llegue el momento, y más si alguien está jugando con tus puntos ciegos. Quizá sólo sea el instinto suicida de Bella que le dice que todo está alrededor de ella, no lo sé.

CULLEN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora