2.5 𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘤𝘪𝘯𝘤𝘰.

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—¡Antonella!.—Carlisle salió detrás de ella, llamando su nombre.—¡Antonella!

—¡Déjame sola Carlisle!.—En un suspiro Antonella ya había desparecido de su vista, supo que no servía de nada ir detrás de ella.

Soltó un bufido y volvió a la casa, donde todos esperaban una explicación. Se acercó a la sala a pasos lentos, remangado la camisa. Todos lo miraron, esperando a que comenzase a hablar. Antonella le había dicho que quería mantener su pasado solo para ellos, que lo contaría a la familia Cullen cuando llegase el momento, y era más que evidente que ese momento ya había llegado.

Se acomodó en uno de los sofás y soltó un suspiro, pensando en cómo comenzar el relato.

—Hace muchos años nacieron dos bebés, mellizos. El varón sacó las cualidades de su madre, y la niña sacó las cualidades de su padre, desafortunadamente.—Todos los Cullen fruncieron el ceño y se acomodaron en sus lugares para disfrutar de la historia.—La madre era muy inteligente y conservada, y el padre, él era todo un sanguinario con aires de elegancia. Ambos mellizos crecieron entre las paredes de un hermoso castillo italiano como príncipes de la realeza italiana, y también de la mafia. El niño, llamado Alessandro, siempre fue más apegado a su madre, a los libros y a cualquier otra cosa que no tuviera que ver con los negocios de su padre. Mientras que la hija era todo lo contrario, desde pequeña se involucró en el negocio, aprendiendo a manipular a la perfección, logrando que la gente hiciese lo que ella quisiese, una gran mentirosa que amaba hacer bromas. Su madre trató de enderezar la rama torcida, pero la rama jamás se enderezó.

»Su padre solía decir que cuando ella llevaba a cabo sus funciones dentro de la mafia, una gran sonrisa cruzaba por su rostro, una sonrisa que incluso a él le causaba escalofríos. Decía que cuando ella manipulaba a la gente sus ojos grises brillaban, y cuando disfrutaba de la sangre, estos se oscurecían. Antonella creció entre paredes de sangre como mencionó. No fue algo que ella haya decidido, fue algo con lo que le tocó nacer. La guerra entre familias llegó cuando el dúo apenas tenía quince años, Antonella lo disfrutó como jamás lo había hecho, cortando cabezas con su característica espada de rubíes, mientras que su hermano, le gustase o no, ayudó a su padre dándole consejos para mantener a todos a salvo.

»Cada vez que Antonella solía llegar al castillo empapada en sangre yo siempre me alarmaba, rápidamente la revisaba pero ella siempre volvía sin un solo rasguño y echando otro hermoso vestido a la quemadora. Ambos murieron cuando crecieron un poco más. Antonella aún se culpa por su muerte y la de su hermano a pesar de que ya hubiese nada más que hacer, aún con sus dotes asesinos y su habilidad para rebanar cabezas los tenían rodeados por todos lados. Capturaron a los mellizos después de un día entero de pelea contra ellos, en todo caso contra Antonella, quien estaba dispuesta a proteger a su hermano a toda costa. La familia enemiga logró secuestrarlos después de muchas muertes de sus hombres, después de eso encontré a ambos moribundos, tirados en la calle.

—¿Cómo murieron?.—Le preguntó Edward, la mirada de Carlisle se llenó de pena y soltó un suspiro.

—Ambos fueron torturados y masacrados por la familia rival. Ambos violados y dejados en los puros huesos. Pero ambos eran guerreros, ya fuera que pelearan con sus manos o con su mente, sus latidos eran muy tenues cuando los encontré. No tardé mucho en morderlos con mi pozoña y llevarlos a otro lugar. A este lugar para ser más precisos.—Los Denali sonrieron, recordando a los príncipes en brazos de Carlisle.—Tiempo después ambos se separaron. Alessandro regresó a Italia a hacerse cargo de la mafia pero Antonella no. Ella encontró el amor y el gusto de ayudar a las demás personas, encontró la forma de ver sangre sin querer matar a todo el que se le cruzase en frente y en lugar de eso comenzó a curar. Me imagino que algunos ya la han visto, pero ella conoció a Leah, una loba, quien le dejó su cicatriz en la pierna.

Rose, Alice y Esme asintieron, sabiendo muy bien la historia de Leah y Antonella. O al menos lo que la vampira tuvo la confianza de contarles.

—Pero ella dijo que había muerto de una forma muy tonta Carlisle.

—Para ella esto es tonto, Antonella se toma la vida como si fuese un juego Alice, siempre lo ha hecho.—Le explicó el patriarca.

—Cuando su loba se imprimó ella regresó a Italia, a hacerse cargo de la mafia, después de eso ambos se fugaron, recorrieron todo el mundo pero se quedaron más tiempo en Rusia, Siberia. Donde Antonella pertenece entre la nieve blanca. Alessandro tuvo un amorío con la reina rusa, lo que hizo que esta le regalara un castillo a las afueras de Siberia para Antonella y su hermano. Alessandro adoptó el nombre de Rasputin en Rusia, cuando hubo un atentado contra él lo único que le quedó fue fingir que había muerto. Después de eso decidió regresar a Italia, unirse a los Volturis, sus amigos y quienes ya le habían ofrecido varías veces el regalo de tener un puesto especial en la guardia gracias a su habilidad. Y Alessandro, sin querer, involucró también a Antonella, quien se volvió adicta a la sangre de nuevo por un tiempo.

»No en la forma que lo piensan, Antonella jamás bebió una sola gota de sangre humana, ella disfruta siendo el medio de entretenimiento de los Volturi, quienes la usan para sus famosas matanzas. Se retiró de la mafia y volvió a su castillo en Siberia, dejando a cargo a Luca, el hombre que acaban de conocer. Su relación es un poco difícil pero aún así él cumple con su trabajo. Su trabajo la obligó a abandonar Siberia, buscando un medio para salir de su vida. Y eso la trajo a Forks, ella no pensaba quedarse mucho tiempo, pero con Edward aquí la verdad es probable que jamás se vaya.

»Cuando ella pierde el control y se enoja, se convierte en esa niña de quince años que ama rebanar cabezas, así que tengan cuidado. Dejando de lado su sangrienta vida ella es una buena persona, es cálida y cariñosa, se preocupa por los demás aunque no lo parezca, incluso aunque le duela en lo más profundo de su ser. No sean tan duros con ella, suficiente dura ha sido ya la vida que tuvo como para sufrir su rechazo.

La puerta se abrió y la pelirroja entró en la casa con rastros de nieve en su cabello. Nadie dijo nada y ella solo subió las escaleras con Kate y Rosalie siguiéndola por detrás.

CULLEN | Edward CullenWhere stories live. Discover now