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—¿Vamos de caza?.—Antonella se paró rápidamente ante la pregunta de Kate, como una niña feliz por un nuevo juguete.
—Obvio.
—¿Quieres venir Rose?.—La rubia asintió y se paró también del sillón, no sin antes darle un beso a su pareja.
—Vamos, vamos.—Le extendió la mano a Rose y comenzaron a caminar hacia la salida, cuando sintió la mirada de Edward en ella se volteó rápidamente y le dió un guiño.—¡Ahora volvemos Carlisle!
El mayor dejó salir un "Ajá" amortiguado, las tres chicas salieron de la casa, listas para ir a buscar algo a que encajarle los dientes. Antonella no pudo evitar acariciar los montones de nieve que se formaban a los lados de la entrada. A pesar de ser italiana su lugar siempre fue en Rusia, Siberia para ser más exactos. Ella y su hermano se fugaron de la mafia queriéndose dar un respiro, muchos lugares pasaron por su mente pero finalmente decidieron que Rusia sería el lugar perfecto, Antonella consiguió un castillo después de unos años. Un hermoso regalo como parte de la reina rusa, y vaya que era un regalo. Amelia tenía el lujo de decir que ella y su hermano ya habían recorrido todo el mundo, hasta la más pequeña aldea ya había sido visitada, ansiosos por ver más y más. El ansia fue tanta que finalmente ya no había más por recorrer.
—¿Y bien?.—Sin darse cuenta, habían comenzado a caminar al bosque y ella había estado callada, recordando a su hermano y los incontables lugares que habían visitado.—¿Cómo han estado las cosas?
—Pues..., muy movidas a decir verdad.
—Edward es un idiota.—Dijo Rosalie y las tres rieron, estando de acuerdo.
—Bueno, yo finalmente encontré a quien debía encontrar.
—¿En serio?.—La felicidad invadió el cuerpo de Kate y rápidamente se abalanzó a abrazar a su amiga.
—¡Si!
—¿Y bien, quién es?
Rosalie y ella se miraron cómplices mientras Kate parecía que estallaría de la espera.
—Es Edward.
—¡No me lo creo!.—Rosalie y Antonella rieron ante su tono.—Bueno, ahora sí que Tanya no tiene oportunidad.
—Claro que no, qué ni se le ocurra coquetearle porque le parto el cuello.
