2.10 𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘥𝘪𝘦𝘻

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—Tranquila Anto, no pasó nada.—Alessandro abrazó fuertemente a Antonella mientras escuchaban los gritos que venían dentro del auditorio.—Todo está bien.

—¡Yo lo pude haber matado!.—Su labio temblaba mientras se aferraba a su hermano.

—Pero no lo hiciste, eso es lo importante.

—¡Y ni siquiera me di cuenta!.—Alessandro soltó un suspiro y acarició el cabello de Antonella.

—¿De verdad crees que dejaría que matases a tu alma gemela? Sabiendo lo importante que es para ti.—Antonella levantó la cabeza con su labio inferior aún temblando.—Por supuesto que si.

—¡Alessandro!.

El chico rió y atrapó a su hermana antes de que huyera.—¡Estoy bromeando, claro que no!, no soportaría tu depresión ni por diez minutos.—Antonella rió con la voz quebrada y le dió un golpe en el hombro.—Ahora vete de aquí, vuelve a Forks, Anto, tienes que hacérselo saber a Edward.

—¿El qué?

—Lo que vimos sobre Bella, en su mente. No es justo que se sacrifique por ella.—Antonella suspiró y asintió, dándole la razón a su hermano.—Nos volveremos a ver patito.

—Te extrañaré.—Se abrazaron fuertemente por unos segundos y después Antonella caminó hacia el elevador.—Cuida a Marcus, ¿Quieres?

—Claro. Ve con cuidado.

—Adiós...—Antonella entró en el elevador y las puertas se cerraron lentamente frente a ella, permitiéndole ver a su hermano por unos últimos segundos, le dió una sonrisa y después desapareció de su vista.

¿Qué tan malo sería para Edward decirle sobre Bella?, era más que evidente que Edward había preferido a Antonella sobre la humana. Pero quizá ese detalle que reposaba tranquilamente en la mente de ella haría que Edward se sintiese mal, estúpido.

    Tú solo díselo.

    Mierda Alessandro, cállate y déjame pensar.

    No seas idiota, Edward es un estúpido pero no se merece eso, su familia tampoco.

   Ya lo sé.

Antonella suspiró y salió del elevador, empacó rápidamente sus cosas y dejó su tarjeta al pasar por recepción, despidiéndose rápidamente de Bianca. Se dirigió al aeropuerto con rapidez, compró un boleto y se subió a él. ¿Qué eran dos días de vuelo?, Pues al parecer si eran mucho, porque estuvo inquieta todo el camino. No se le podía culpar, había estado a punto de matar a su alma gemela que de hecho quería morir, y ella no se dió cuenta hasta que ya había quitado las manos de su cuello.

CULLEN | Edward CullenWhere stories live. Discover now