Después de tres horas y media de parto había conseguido dar a luz a mis mellizos, Abigail y Aarón, escogimos esos nombres porque significan fuente de alegría e iluminado, y porque también quedan muy bien juntos.
— ¿Los niños? — pregunté cuando entro Joao a la habitación.
— Ahora los suben, les están revisando — se sentó a mi lado — ya he avisado a nuestras familias y están en camino.
Entro a la habitación una enfermera con mis bebés en una cuna, no es porque sean míos pero son muy adorables.
— Son preciosos — dije abonada.
Estuvimos unos diez minutos con ellos hasta que empezaron a llegar los chicos y, obviamente, les dejamos pasar para que los vieran.
— Te han salido preciosos amiga — dijo Bea.
— Gracias — dije riendo.
Si ya tenía yo razón, cada persona que venía decía lo mismo, que eran muy bonitos, muy guapos, los genes, claramente, han hecho de las suyas.
— Tus padres han llegado ya a Madrid, en unos 20 minutos están.
Tal como dijo en 20 minutos tenía a mi madre, mi padre y mis hermanos entrando a la habitación, junto a mi abuela, mis tíos y mis primos.
— Enhorabuena chicos — dijeron todos a la vez.
— Gracias — dijimos los dos a la vez.
Estuvieron cerca de una hora con nosotros y luego ya se fueron yendo, y llegaron los padres y el hermano de Joao, también nos felicitaron y nos dieron la enhorabuena.
Cuando por fin conseguimos estar solos los 4 ya era de noche lo que significa que va a ser nuestra primera noche como la familia Félix Díaz.
— ¿Estas despierta? — pregunto Joao susurrando.
— Si, ¿que pasa? — respondí de la misma forma.
— Tengo miedo.
— ¿De que? — pregunté extrañada.
— De no ser un buen padre, por ejemplo, si Abigail algún día trae un novio, no quiero ser el típico padre celoso porque sé que a las chicas les molesta pero se me va a hacer difícil, o con el tema del fútbol, no quiero que Aarón tenga presión por jugar solo por ser mi hijo, yo quiero que haga lo que quiera.
— Esas situaciones van a pasar dentro de mucho tiempo así que tú tranquilo que para que pase eso aún quedan muchos años.
— También con el tema del fútbol no los voy a poder ver crecer, al año que viene es el mundial, como lleguemos a la final me pierdo un mes de mis hijos, solo en competir, porque antes nos concentramos, así que es un mes y medio, los fines de semana en vez de poder jugar con ellos o ir al parque voy a estar concentrado, si me toca jugar un partido a la vez que tengan algo en el colegio no voy a poder estar y se van a poner tristes.
— Vas a ser el mejor padre, y te recuerdo que yo soy periodista de tu equipo, lo que significa que cuando tú juegues y yo te tenga que entrevistar los niños van a estar en el campo, obviamente que te van a ir a ver, y no te preocupes ellos desde pequeños van a entender que es tu trabajo y que igual el sábado no los puedes llevar al parque, en cambio los vas a llevar al campo.
— Si no les gusta el fútbol, se van a aburrir y no van a querer venir — me interrumpió.
— Te aseguró que si desde pequeños se han rodeado en ese ambiente, les va a gustar.
— ¿Tu crees?
— Pues claro, a ti te gusta el fútbol por lo mismo que a mí el baile, porque lo hemos visto desde pequeños y hemos jugado a eso y lo único que hemos hecho ha sido eso, ellos cuando sean mayores van a decidir que hacer, si quieren jugar a fútbol, hacer baile, esgrima o lo que quieran, ahora de lo único que te tienes que preocupar es de que crezcan sanos que el resto ya lo solucionaremos cuando sea. Tener miedo está bien, es normal, somos padres primerizos y de mellizos, pero preocúpate por cosas que podamos solucionar ahora no dentro de unos años — dije riendo a lo último.
— Te amo — me beso.
— Yo te amo mucho más.
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