Hoy viajo a Madrid desde Zaragoza junto a todo el equipo para ir a una competición de baile, yo no soy de Zaragoza, soy de Madrid, pero a mi padre cuando yo era muy pequeña le ofrecieron una oferta de trabajo bastante buena la cual obviamente no podía rechazar, así que desde bien pequeña he estado viviendo en Zaragoza.
Cuando tengo la oportunidad de viajar a Madrid, ya sea con el equipo por alguna competición o de vacaciones me encanta, además hoy viajamos allí y no me voy hasta después de Reyes, durante el fin de semana me alojaré con mi equipo en un hotel y luego me iré a casa de mis primos.
— Hola — saludé a mis compañeras y a mí entrenadora cuando llegue a donde habíamos quedado — ¿Cómo estáis?
— Muy bien, ¿estas nerviosa por ver a tu Atlético? — pregunto Alba, mi mejor amiga y compañera, es morena y de ojos marrones.
— La verdad que sí — dije riendo — no me creo que vaya a ir al Wanda, y encima en el partido contra el Madrid.
Soy muy futbolera desde pequeña, siempre he sido del Atlético de Madrid, como toda mi familia, aunque llevando tantos años aquí en Zaragoza le tengo un cariño especial al Real Zaragoza.
El viaje iban a ser unas 4 horas, íbamos en coche, nos alojaremos en un hotel 5 estrellas, nunca he estado en uno, lo máximo que he llegado a estar ha sido 3 estrellas.
Hemos llegado a Madrid hace una media hora, ahora nos están dando nuestras habitaciones, a mí como siempre me ha tocado con Alba, somos compañeras de habitación desde la primera competición.
— Tía, vamos a hacer puterio sin que se enteren — dijo Alba abrazándome.
— Habla por tu guapa, yo estoy casada con Joao Felix — dije riendo.
— Pero no lo sabe aún, así que puedes aprovechar a ponerle los cuernos sin discusiones ni celos ni cosas de esas — dijo uniéndose a mi risa.
— No puedo empezar el matrimonio con mal pie tía, que el domingo si tengo suerte lo voy a ver y no puedo verle si le he puesto los cuernos — dije dramatizando, típico de mi.
— Venga chicas, ir subiendo a vuestra habitación — dijo Sonia, nuestra entrenadora, una castaña de pelo rizado y ojos verdes.
Obviamente le hicimos caso y subimos a nuestra habitación, es la única que está en la séptima planta.
Desempacamos nuestras maletas y cuando tuvimos todo ordenado fuimos en busca de Daniel, un pelinegro de ojos azules de Madrid y digamos que esta intentando algo con Alba
— ¿Te ha dicho en que habitación está? — pregunté cansada después de andar 20 minutos.
— No, de hecho me acaba de decir que llegan mañana al hotel — dijo rascándose la nuca, señal de que esta nerviosa.
— No me jodas, yo a ti te mato algún día de estos — dije dirigiéndome al ascensor.
— Haré lo que quieras tía, lo que tú me pidas, yo lo hago, te lo juro — dijo entrando a la habitación.
— Pues se me ocurre algo, mañana vas a venir conmigo al gimnasio de la octava planta — sonreí con malicia, Alba puede ser de las mejores bailarinas de España, pero el gimnasio lo odia.
— Está bien — resopló — me lo merezco — dijo tirándose en la cama.
— Venga mueve tu hermoso trasero que tenemos que bajar a cenar.
— Voy, pero antes nos hacemos una foto en Instagram.
— Vale, la subo yo.
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